VENEZUELA Y LAS OLIMPÍADAS
Las recientes olimpíadas celebradas en China son una muestra de las enormes contradicciones que se generan en el proceso socio político venezolano. La controversia ha sido el signo característico de la gestión del presidente Hugo Chávez, entre otras cosas por establecer un nuevo marco interpretativo de la acción colectiva, construida sobre el planteamiento que enormes sectores excluidos de la sociedad pudieran estar articulados dentro de la dinámica socio histórica.
Esa incorporación ha generado resistencias, basadas en el hecho que el propio presidente ha favorecido a los estratos D y E, que son mayoritarios en la actualidad, desplazando como sujetos de las políticas públicas a los estratos B y C, con ello se ha ganado su resistencia y oposición. Un caso evidente es lo sucedido con la selección olímpica de Venezuela, que a pesar de aumentar el número de atletas en competición fue objeto de un ataque despiadado por parte de los medios de comunicación social. Los alegatos para tal ataque son diversos. Por una parte, se señaló que estaban mal preparados; por la otra, que la incidencia de los entrenadores cubanos y los acuerdos de cooperación deportiva son insuficientes y la última, está ligada a una especie de alegría subyacente por el fracaso. Fuera de la veracidad o no de estos alegatos, debe reconocerse que la elevación de la capacidad competitiva de los atletas venezolanos quedó evidenciada, no sólo por el resultado matemático de aumentar el número de representantes, también por el hecho que muchos de ellos figuran en los más altos puestos de la clasificación mundial en sus respectivas disciplinas.
Esta figuración es el resultado de una política de incremento de la inversión en deportes, de popularización y conformación de una red de entrenamiento que ha facilitado la extensión del deporte por toda la geografía nacional. Sin embargo, en este punto debemos señalar que el Estado ha tenido la enorme falla de no resaltar suficientemente esa circunstancia, por otro lado era lógico que el Ministerio del Poder Popular para la Información hiciera eco del aumentó en la cifra de competidores y lo mostrara como un logro de gestión; no obstante, el fallo consiste en la creación de una expectativa muy grande que fue acompañada por una agresiva campaña publicitaria. Ese acompañamiento no es criticable, lo criticable es no haber sido igual de extensivo en dejar claro las dificultades que significa acudir a una olimpíada donde acuden los mejores atletas, en representación de sus respectivos países, muchos de ellos con una enorme tradición deportiva y experiencia en entrenamiento que supera, sin lugar a dudas la nuestra.
El Gobierno Nacional, debió ser más enfático en las dificultades que representaba cumplir con el lema propagandístico “oro a la revolución deportiva”, que se traducía no en el hecho inmediato de aumentar el caudal de medallas, sino en el reconocimiento al esfuerzo realizado por los atletas para alcanzar las marcas mínimas clasificatorias. Es loable la dedicación de nuestros atletas, muestra de ello ha sido su clasificación, pero de ahí a aumentar significativamente el número de medallas queda un largo trecho, que sin duda ha comenzado a recorrerse, pero el clima de confrontación ha sido especialmente duro con nuestros atletas desmeritando – por cuestión de oposición política- su esfuerzo. Insisto, en parte es responsabilidad del Gobierno, que en su afán de mostrar lo que indiscutiblemente es un logro, creó demasiadas expectativas que colocaron en una situación muy comprometida a nuestros atletas, exponiéndolos a la inclemencia y al odio manifestado a través de ciertos articulistas o ex dirigentes deportivos.
Se trata de entender, que ese aumento de atletas es una primera etapa – muy larga en su recorrido- para disfrutar de las mieles del éxito que ya disfrutan otros países en Latinoamérica con potencial deportivo, tal es el caso de Jamaica, Brasil o Argentina. No obstante, es sin duda un buen comienzo el que la estructura organizativa del Estado se haya visto impulsada por una mayor inversión, que sigue siendo insuficiente pero es una diferencia importante con lo estructurado antes. Queda por seguir adelantando el fortalecimiento de esa red de entrenadores, la extensión de la actividad deportiva a cada espacio del territorio y más importante aun el establecimiento de una red de captación de talentos deportivos, que sirva para mejorar la calidad de vida y la propia autoestima de los venezolanos. No puedo dejar de comentar mi indignación por el escaso sentido venezolanista expresado por los principales medios de comunicación, que parecieron alegrarse ante el “no cumplimiento” de la meta, imagino que pensaron que de lograrlo el Gobierno Nacional hubiese tenido un efecto publicitario difícil de aceptar por ellos. No hay duda que las expectativas y esperanzas están cifradas en nuestros atletas para un futuro próximo.
Dr. Juan E. Romero
Juane1208@gmail.com
25/08/2008
Las recientes olimpíadas celebradas en China son una muestra de las enormes contradicciones que se generan en el proceso socio político venezolano. La controversia ha sido el signo característico de la gestión del presidente Hugo Chávez, entre otras cosas por establecer un nuevo marco interpretativo de la acción colectiva, construida sobre el planteamiento que enormes sectores excluidos de la sociedad pudieran estar articulados dentro de la dinámica socio histórica.
Esa incorporación ha generado resistencias, basadas en el hecho que el propio presidente ha favorecido a los estratos D y E, que son mayoritarios en la actualidad, desplazando como sujetos de las políticas públicas a los estratos B y C, con ello se ha ganado su resistencia y oposición. Un caso evidente es lo sucedido con la selección olímpica de Venezuela, que a pesar de aumentar el número de atletas en competición fue objeto de un ataque despiadado por parte de los medios de comunicación social. Los alegatos para tal ataque son diversos. Por una parte, se señaló que estaban mal preparados; por la otra, que la incidencia de los entrenadores cubanos y los acuerdos de cooperación deportiva son insuficientes y la última, está ligada a una especie de alegría subyacente por el fracaso. Fuera de la veracidad o no de estos alegatos, debe reconocerse que la elevación de la capacidad competitiva de los atletas venezolanos quedó evidenciada, no sólo por el resultado matemático de aumentar el número de representantes, también por el hecho que muchos de ellos figuran en los más altos puestos de la clasificación mundial en sus respectivas disciplinas.
Esta figuración es el resultado de una política de incremento de la inversión en deportes, de popularización y conformación de una red de entrenamiento que ha facilitado la extensión del deporte por toda la geografía nacional. Sin embargo, en este punto debemos señalar que el Estado ha tenido la enorme falla de no resaltar suficientemente esa circunstancia, por otro lado era lógico que el Ministerio del Poder Popular para la Información hiciera eco del aumentó en la cifra de competidores y lo mostrara como un logro de gestión; no obstante, el fallo consiste en la creación de una expectativa muy grande que fue acompañada por una agresiva campaña publicitaria. Ese acompañamiento no es criticable, lo criticable es no haber sido igual de extensivo en dejar claro las dificultades que significa acudir a una olimpíada donde acuden los mejores atletas, en representación de sus respectivos países, muchos de ellos con una enorme tradición deportiva y experiencia en entrenamiento que supera, sin lugar a dudas la nuestra.
El Gobierno Nacional, debió ser más enfático en las dificultades que representaba cumplir con el lema propagandístico “oro a la revolución deportiva”, que se traducía no en el hecho inmediato de aumentar el caudal de medallas, sino en el reconocimiento al esfuerzo realizado por los atletas para alcanzar las marcas mínimas clasificatorias. Es loable la dedicación de nuestros atletas, muestra de ello ha sido su clasificación, pero de ahí a aumentar significativamente el número de medallas queda un largo trecho, que sin duda ha comenzado a recorrerse, pero el clima de confrontación ha sido especialmente duro con nuestros atletas desmeritando – por cuestión de oposición política- su esfuerzo. Insisto, en parte es responsabilidad del Gobierno, que en su afán de mostrar lo que indiscutiblemente es un logro, creó demasiadas expectativas que colocaron en una situación muy comprometida a nuestros atletas, exponiéndolos a la inclemencia y al odio manifestado a través de ciertos articulistas o ex dirigentes deportivos.
Se trata de entender, que ese aumento de atletas es una primera etapa – muy larga en su recorrido- para disfrutar de las mieles del éxito que ya disfrutan otros países en Latinoamérica con potencial deportivo, tal es el caso de Jamaica, Brasil o Argentina. No obstante, es sin duda un buen comienzo el que la estructura organizativa del Estado se haya visto impulsada por una mayor inversión, que sigue siendo insuficiente pero es una diferencia importante con lo estructurado antes. Queda por seguir adelantando el fortalecimiento de esa red de entrenadores, la extensión de la actividad deportiva a cada espacio del territorio y más importante aun el establecimiento de una red de captación de talentos deportivos, que sirva para mejorar la calidad de vida y la propia autoestima de los venezolanos. No puedo dejar de comentar mi indignación por el escaso sentido venezolanista expresado por los principales medios de comunicación, que parecieron alegrarse ante el “no cumplimiento” de la meta, imagino que pensaron que de lograrlo el Gobierno Nacional hubiese tenido un efecto publicitario difícil de aceptar por ellos. No hay duda que las expectativas y esperanzas están cifradas en nuestros atletas para un futuro próximo.
Dr. Juan E. Romero
Juane1208@gmail.com
25/08/2008
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