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jueves, 26 de junio de 2008

BARAK OBAMA Y LA VENEZUELA DE HUGO CHÁVEZ

Las elecciones internas en el partido demócrata terminaron seleccionando a Barak Obama como su candidato. La dinámica de su elección estuvo marcada por la feroz competencia con la ex primera dama Hillary Clinton, quién contó con todo el apoyo de los sectores más poderosos de la sociedad norteamericana que en algún momento se movieron detrás de su marido Bill Clinton en el período 1992-2000.
Para Obama, las elecciones presidenciales y el debate que ha iniciado con el candidato republicano John McCain está marcado por una agenda de múltiples focos. Uno de ellos es el espinoso tema de la Guerra en Irak. La administración de George W. Bush hizo comprometer a los EEUU en una invasión sobre bases de inteligencia totalmente manipulados, que ocultaban el enorme interés que tiene su gobierno en el tema de las reservas de petróleo con que cuenta Irak y que en su proyección debían ayudar a evitar la catastrófica realidad en la que se encuentra sumido actualmente: un precio del petróleo por encima de los 100 US$ por barril. La situación es distinta para el enfoque de esta cuestión. Para los demócratas se trata de evitar que se repita- tal como parece hasta ahora- un nuevo Vietnam, es decir, un proceso donde la intervención norteamericana sea cada vez mayor con un costo en vida humana y económica enorme que afecte la gobernabilidad y la estabilidad de las instituciones estadounidenses. La situación para los republicanos es diferente, para ellos se trata de mantener una continuidad en la línea trazada por la administración Bush, más aun cuando la naturaleza militar de su candidato le permite incidir sobre esa postura.
Sea como sea, la situación en Irak es grave. Grave desde el punto de vista militar, pues el incremento de los efectivos militares así como los equipos instalados en Irak se traduce en un costo. Se calcula que cada minuto transcurrido en el enfrentamiento en esa zona le cuesta al gobierno de los EEUU un promedio de 5.000 US$. Asimismo no hay una perspectiva clara de triunfo a través de su estrategia militar, por el contrario todo indica que la situación se complica pues la incidencia de Irán y su apoyo a los shiítas, produce una extensión de la intensidad en el conflicto.
La otra gravedad, viene dado por la incidencia que tiene sobre la situación en el Medio Oriente. La invasión a Irak tuvo entre sus objetivos ayudar a estabilizar la zona, según palabras del propio Bush al autorizar la acción militar. No obstante los resultados han demostrado precisamente lo contrario. La inestabilidad de la zona, ha incrementado el conflicto con los árabes por el tema palestino. La llegada al poder de Hamas en el territorio palestino ha incrementado la radicalidad y mantiene la zona en un estado latente, que en cualquier momento puede generar una explosión militar de grandes proporciones.
Toda esta situación, coloca a Barak Obama en una postura crítica. Como intelectual cercano a un planteamiento menos radical del que asume Bush, debe lograr un retiro “digno” que no afecté las posiciones de poder que él mismo puede llegar a representar. Para él se trata de presentar la cuestión del retiro de Irak como una prioridad, sin que con ello le quede la sensación a la opinión pública norteamericana, que han sido derrotados. Asimismo, el tema Irak está vinculado con el futuro de Irán. Las declaraciones de Obama han identificado a ese gobierno como contrario a los intereses de los EEUU y ve con preocupación el desarrollo de su programa nuclear destinado a la generación eléctrica.
En general, la situación en esta zona es un foco de perturbación y preocupación para él y su equipo de asesores. Por otra parte, Obama ha dicho que decidió retomar la política latinoamericana como una de sus prioridades. En este punto se inserta el tema de la Venezuela de Hugo Chávez.
Cómo es bien conocido, nuestro país es uno de los principales proveedores de hidrocarburos en el mercado interno norteamericano, por otro lado el hecho que seamos socios mayoritarios en un conjunto de refinerías que llegan a dominar cerca del 25% del mercado de derivados aumenta la incidencia que podemos tener en la situación económica e industrial de los EEUU. No hay que olvidar que cerca del 70% del petróleo que consume los EEUU se dedican al sector industrial y transporte, por lo que resulta estratégico para un futuro gobierno de Obama mantener una relación fluida con nuestro país. De hecho ha manifestado que retomara una agenda de trato directo con el presidente Chávez. Esa afirmación señala un cambio en la actitud hacia la política exterior hacia Venezuela. Un cambio que sin embargo, debe ser visto con mucho cuidado. Es un cambio en la forma del trato, pero no en las líneas generales que asumen al Estado venezolano como una amenaza a los intereses de los EEUU.
El papel que tiene Colombia, como representante de la visión estratégica de los EEUU en la zona, es un tema de controversia con nuestro gobierno. No hay que olvidar que con el apoyo del gobierno norteamericano la administración Uribe ha incrementado su gasto militar hasta alcanzar los 5.500 millones US$ anuales, incrementando el número de tropas, equipos militares y armamento. Ante ello, la administración Chávez ha activado una política de equipamiento militar en un sentido de disuasión ante el accionar del gobierno colombiano apoyado por los intereses norteamericanos.
El gobierno de Chávez, se ha transformado en un gran obstáculo para el desarrollo de las líneas estratégicas de los norteamericanos, principalmente por constituirse en una referencia de nacionalismo petrolero que atenta contra los intereses expoliativos de las compañías transnacionales ligadas al tema petrolero. Por otro lado, el gobierno de Chávez ha sido puntual en la finalización de la Doctrina Monroe, al permitir la penetración de capitales provenientes de otras zonas geográficas. Particularmente es vital resaltar el papel económico que tienen los chinos, los españoles, los iraníes, los franceses, los italianos, que han ido desplazando al capital a los norteamericanos como principales socios económicos en las empresas productivas del país. Tampoco debe olvidarse la política mantenida por el gobierno venezolano en lo que respecta a los procesos de integración. La reciente propuesta de UNASUR es una espina clavada en el centro de poder y se manifiesta como una acción que plantea una visión estratégica que se contrapone con la perspectiva de seguridad y defensa sostenida tanto por Obama como por McCain, de tal forma que se asiste a una nueva etapa de la confrontación con los intereses norteamericanos pero ahora referidos a una especie de relación directa entre gobierno y gobierno. Hay que estar claro que este nuevo momento no se traduce en el fin de la conflictividad socio- política, más bien se trata de un momento de distensión que puede abrir nuevos causes.

Dr. Juan Eduardo Romero
La
AMÉRICA LATINA HOY

¿Hacia dónde se dirige América Latina?. La respuesta es diversa. Por un lado se observa una dinámica de impulso de movimientos de izquierda que han abierto una puerta de movilidad y participación social, pero al mismo tiempo han impulsado una rearticulación de grupos o movimientos de derecha, que históricamente estuvieron asociados al ejercicio del poder en América Latina.
En general, podemos afirmar que nuestro continente se encuentra en medio de una dinámica de crecimiento económico interesante, que viene acompañada de políticas que tienden a alejarse de las directrices impulsadas desde el departamento de Estado de EUA, con la excepción claro está de Colombia. Una panorámica por el desarrollo político de los países sudamericanos nos arroja un balance crítico. Empezando por Colombia, nos encontramos a su presidente inmerso en un escándalo de grandes proporciones por el financiamiento y apoyo derivado del accionar de la narcopolítica, y que sin embargo no se traduce en una debilidad institucional, ni en ningún tipo de pronunciamiento de las organizaciones de derechos humanos en nuestra región. Uribe ha mostrado ser un socio útil e inteligente en la agenda de seguridad de los EEUU y todo señala que ese papel no cambiará. La agenda de Uribe, en esta etapa esta signada por los estudios para establecer una base militar en la Guajira, pensando en un factor de contención y movilidad de fuerzas militares de norteamericana que serán evacuados de Ecuador. Al mismo tiempo, colocar la base en ese sitio estratégico se traduce en una amenaza latente para la salida de petróleo de Venezuela a través del Golfo, sin duda hay una jugada de gran tensión en lo inmediato.
En Ecuador, el presidente Correa no termina de articular los factores de poder interno, para propiciar el lanzamiento concreto de la nueva constitución. Sus enemigos internos, basados en los amplios poderes económicos y en la propia dinámica de redes de poder existentes se mueven, procurando entorpecer el accionar que propende a construir una sociedad más equilibrada en sus relaciones con sus vecinos. Sobre él se cierne la amenaza de Uribe, lanzada a través de la Interpol y su informe tan cuestionado.
El caso de Bolivia, nos demuestra la validez de la hipótesis que los movimientos de izquierda emergentes en América Latina han generado una rearticulación de las fuerzas de derecha, que se ponen en fila para resistir o revertir lo que democráticamente ha perdido. Los referendos inconstitucionales realizados en Santa Fe, Beni, Pando y Tarija, señalan como sobre la base discursiva de la descentralización se esconde una pretensión antidemocrática y excluyente. Lo preocupante, es que está estrategia ha dejado – institucionalmente- sólo a su presidente Evo Morales. Los pronunciamientos de los organismos internacionales, organizaciones civiles de derechos humanos y otras instancias han sido – por decir lo menos- tímidos y escuetos en sus anuncios. En Bolivia se cocina un laboratorio de desestabilización que amenaza a todos en el área.
Al analizar Argentina, nos encontramos con una melodía más en esta estructuración articulada de una reacción. Los propietarios y productores agrícolas están presionando al gobierno de la Sra Kischner, buscando con ello desestabilizar un gobierno que inició con muy buen pie. Está estrategia se yuxtapone al escándalo de los dólares de Antonini Wilson y las implicaciones que tiene con nuestro país, así como la forma en que ha sido estructurada una propaganda agresiva tendiente a crear una matriz de opinión que gira en torno a la intervención del gobierno venezolano en los asuntos internos de toda la subregión.
Al pasar revista con el Uruguay de Tavare Vásquez, notamos que el impulso que posibilitó el ascenso de los sectores de izquierda en este pequeño país, se ha visto momentáneamente paralizado ante las disputas que mantiene con el gobierno argentino por la construcción de una planta de celulosa. Detrás del conflicto, se manifiesta una vieja disputa entre las oligarquías argentina y uruguaya, que amenaza los procesos de integración de Mercosur y los recientes acuerdos que generaron el nacimiento de UNASUR.
El Brasil de Lula, se debate entre su natural acercamiento a la izquierda – de donde surge el liderazgo de su presidente- y el impulso que tiene el hecho de ser Brasil la octava economía del mundo. El Brasil de Lula se mueve en un tono ambiguo, que pudiera ser utilizado por los EEUU para debilitar los procesos de integración en el subcontinente. Ello es así, por el hecho de constituirse Brasil en un referente estratégico de toda el área, y ser un factor de equilibrio en la mayoría de los conflictos generados. Esa posición puede cambiar al ceder Lula al impulso y la presión de los grupos económicos brasileños, que asociados a los intereses norteamericanos se dediquen a imponer una agenda de desarrollo económico agresivo, que perjudique los procesos – lentos y escasos- que ha tenido la integración.
El Paraguay, se encuentra sumido en una volátil situación. Con un presidente surgido de los sectores cristianos, con un apoyo social- popular importante, pero con un país agobiado económicamente, depende demasiado del ritmo del viento que sople desde su poderoso vecino Brasil. No será fácil contar con Paraguay para impulsar una integración que cada vez tiene más aristas.
El Chile de Bachelet, es otra muestra de las contradicciones de la izquierda en el subcontinente. El Frente Amplio que la apoya, está conformada por fuerzas de izquierda y de derecha que tienen un difícil equilibrio, pero que se articulan en torno a una agenda económica que ha demostrado reiterativamente su alineación con el capital trasnacional. Chile no es precisamente un puntual en la catálisis de gobiernos que impulsen la movilidad y el equilibrio social, de ahí sus posiciones ambiguas y constantemente alejadas de la dinámica de cambio del subcontinente.
Nuestro país, cuenta con el estímulo de unas reservas petroleras abundantes, una economía que ha experimentado crecimientos constantes desde el año 2004, pero que sigue dependiendo demasiado del liderazgo personal de Chávez. El gran reto que enfrenta el país, es en torno al futuro del sistema político. En la medida que la experiencia del PSUV, como fuerza articuladora de políticas de participación sea emulado y se traduzca en un fortalecimiento tanto de la participación como de la institucionalidad, avanzaremos hacia una democracia dinámica y abierta al debate. Nuestros retos no son exclusivamente económicos, son socio- políticos. Una oposición desarticulada no contribuye a la coherencia en el chavismo, ahora agrupado en torno al PSUV. En general, América Latina tiene un panorama difícil pero lleno de lecturas dinámicas. Estaremos pendientes de su devenir.
Dr. Juan Eduardo Romero
Juane1208@gmail.com historiador 23/06/08
LOS RETOS DEL SISTEMA POLÍTICO VENEZOLANO

La elección por la base de los candidatos a gobernaciones y alcaldías por el PSUV realizadas este domingo 01 de junio tienen unas consecuencias directas, tanto sobre la estructura misma del partido político de los colectivos sociales que apoyan a Chávez, como para quienes lo adversan.
Eso es así por el hecho cierto y contradictorio, que en un sistema democrático, donde el debate gira alrededor de una mayor y mejor participación, el funcionamiento institucional de los actores políticos haya estado marcado por la imposición de liderazgos y la selección a través de redes de poder. Históricamente, la selección de los representantes partidarios a cargos de representación popular había sido decidida en forma autocrática, con una exclusiva variable que estaba relacionada con la capacidad que ese seleccionado tenía para asegurar el mantenimiento de los privilegios y ventajas obtenidas por el partido político y sus representantes. En consecuencia, la base de legitimidad sustentada en la participación y articulación ciudadana, no como simple observador, si no como decisor estuvo limitada a su mínima expresión.
Hay que ver esta estrategia de Chávez en un doble sentido, con sus riesgos y potencialidades. Por una parte, al revisar el funcionamiento institucional del chavismo (las fuerzas sociales que apoyan la gestión de Chávez) nos encontramos con una diversidad en su composición. Desde el Movimiento Quinta República (MVR), Patria para Todos (PPT), Partido Comunista de Venezuela (PCV), PODEMOS, se estructuraban apoyos a la acción de gobierno, pero dichas acciones siempre estaban revestidas de inconvenientes derivados de la repartición de cuotas de poder, tanto a nivel nacional, regional o local. La articulación representativa de los cargos se hacía sobre una decisión basada en el personalismo político o el parecer del propio presidente, restando apoyos y generando fricciones, que se expresaban posteriormente en enfrentamientos por el acceso a los privilegios y que son una consecuencia firme de la dispersión política e ideológica. Esta situación requería una atención inmediata, pues paralelo a esta dispersión del chavismo, las fuerzas opositoras han procurado nuclearse en un frente común que ha tenido dos manifestaciones concretas: 1) la candidatura unitaria de Rosales en diciembre de 2006 y 2) la conformación de un frente único contra la Reforma Constitucional entre agosto- diciembre de 2007.
Por otra parte, no hay proceso histórico que se catalogue o intenté avanzar en un sentido revolucionario, sí antes no existe coherencia ideológica y unidad de fuerzas. Al respecto, Chávez adelanta las tesis de Antonio Gramsci, ese gran pensador italiano, que propuso la idea- concepto de Bloque Histórico hegemónico, entendido como conjunción de fuerzas sociales en torno a un planteamiento ideológico- político capaz de aglutinar a quienes comparten esa idea- concepto, pero al mismo tiempo hace posible la incorporación de otros actores en un colectivo social. La idea de Bloque Histórico, fue planteada en un momento concreto en donde el partido comunista italiano (PCI) se enfrentaba a los retos del fascismo y su intento de dominación. Esa experiencia hizo que el pensador italiano planteara la necesidad de aglutinar a otras fuerzas sociales con la idea de revertir esa relación de dominación y constituirse ellos en una opción política. Al tomar Chávez este planteamiento, sugiere la unidad ideológica como principio político articulador, complementado por el estímulo que se genera a través de lo que teóricos llaman la movilización por recursos, que no es otra cosa que el impulso participativo producido por el efecto misiones sociales, que favorecen a un conjunto de sujetos sociales, históricamente excluidos.
Ahora bien, los resultados de este pasado domingo se proyectan sobre la estructura del sistema político. Todo parece indicar que Chávez avanza hacia la conformación de un sistema de partido dominante, eso es una organización política que por sí sola logra conformarse como hegemónica, sin necesidad de otros apoyos. De concretarse esta transformación, seriamos testigos de un cambio en la organización de los partidos políticos, pues sí bien en un sistema de partido dominante existen otras fuerzas políticas, hay una fuerza que por sí misma asegura la estabilidad y la gobernabilidad. Esta característica arroja ventajas y desventajas sobre el funcionamiento institucional. Ventajas pues los sistemas de partido dominante son estables y coherentes ideológicamente, siendo capaces de adelantar la implementación de políticas públicas a largo plazo, sin grandes obstáculos o dificultades. Desventaja, por que los sistemas de partido dominantes tienden a estancarse ante el hecho de no contar con fuerzas sociales que se le opongan o signifiquen un reto a su control hegemónico.
Hay otra proyección de los resultados del domingo, pero concentrada en las fuerzas sociales que rechazan al presidente Chávez. La oposición se coloca en una situación muy incómoda, pues la elección de los candidatos por la base del chavismo, le permite al PSUV levantar un padrón electoral que le dibuja un mapa político por Estados, municipios y parroquias, sobre el cual puede planificar su discurso y acción política. Asimismo, al ampliar la consulta a sus bases marca un hito democrático que debería ser emulado por la oposición, renunciando a la escogencia de sus candidatos a través del método de la encuesta.
La oposición a Chávez, se encuentra en el dilema del prisionero. Eso es, no puede ir a escogencia directa pues los partidos de la oposición, con excepción de Primero Justicia (PJ) no cuentan con un padrón electoral y no tienen tiempo de levantarlo; y al no hacer la consulta son objeto de ataques relacionados con un discurso político que habla de democracia pero que se niega a la democracia interna de sus militantes. Se trata de entender, que la conformación de un Bloque hegemónico unificado, coherente, con un padrón electoral a su disposición, otorga una ventaja en la competición electoral que puede resultar en el fracaso de las pretensiones de recuperar espacios políticos por parte del antichavismo.
Existe un punto aun más importante, y es el relacionado con el impacto socio- político de la elección para toda Latinoamérica. La concreción de este laboratorio democrático demuestra que sí es posible un proceso de democracia directa, más allá de consultas políticas derivadas de referendos – que son las formas clásicas que adopta la democracia directa- en donde los ciudadanos recurran a las estructuras institucionales del estado – los órganos electorales- para sondear a sus militantes en la toma de decisiones (en torno a las candidaturas u otras consultas). Estamos siendo testigos de un acto trascendente que puede conducir a una nueva oleada democratizadora en todo el subcontinente, abriendo un cauce de amplitud y consulta.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador juane1208@gmail.com 02/06/2008


EL RESCATE DE LO POLÍTICO

La antipolítica se posicionó en nuestro país, sobre todo a partir del contexto socio-político generado por el agotamiento de las identidades surgidas sobre la base de la militancia política. La crisis económica del viernes negro en 1983, la revuelta popular de febrero de 1989, las intentonas de golpe de estado de 1992, no fueron más que una manifestación de una coyuntura crítica, entendida como acumulación de tensiones históricas no resueltas por el sistema político instaurado desde 1958.
La antipolítica fue asumida como rechazo a la mediación de los partidos y por lo tanto a la minimización de las formas implantadas por éste en el proceso histórico venezolano. Su consecuencia fue clara: la conflictividad afloró con mayor intensidad al reducirse los controles culturales mediante los cuales los partidos políticos y sus representantes lograban establecer una barrera de contención a la manifestación natural del disenso. Por ello la protesta popular o los ciclos de protestas aumentaron desde 1988 hasta el 2000. La toma de la calle, el cierre de avenidas, la toma de edificios, el secuestro de funcionarios públicos para demostrar su desacuerdo se hizo común. La lucha por el control del espacio público, en donde se dirimían las controversias se popularizó como forma de lucha y ese repertorio de protestas se transformó en el vehículo principal a través de cual se expresaban los colectivos sociales. Es ese el clima de desencanto democrático donde surge el fenómeno político que se ha denominado chavismo.
No hay duda, Chávez se transformó en el vengador contra los partidos. Todos aquellos que fuimos perseguidos, acosados por nuestra militancia izquierdista, vimos en su discurso una oportunidad política para construir una opción alternativa al modelo democrático que nos había tocado vivir. La idea de Chávez se estructuró sobre la necesidad de “enterrar” a los partidos históricos, se trataba no sólo de desplazarlos del poder, de reducirlos a su mínima expresión, se trataba de disolver las relaciones que estos habían establecido en la sociedad y al hacerlo se creaban condiciones para la ratificación de la ciudadanía en un espacio signado por el disenso y no por el consenso.
Asumir el espacio público como un espacio de diversidad y disenso, significaba reconstruir los campos culturales sobre la idea de democracia, actores políticos y ciudadanía. Esa reconstrucción se basó en una negación o deslegitimación de la militancia partidista y con ello se confió demasiado en la construcción de una conciencia de la participación, que sí bien tuvo efectos positivos al generar espacios de discusión política auto-organizados, también derivo en actuaciones anárquicas y conformación de facciones. Cada una de esas facciones se asumió a sí misma como la verdadera representación de la voluntad del líder político. Con esa actitud se generaron profundas marcas que llegaron a asumir posiciones intransigentes y sin ningún tipo de coordinación política. En ese contexto, la oposición pulverizada, dispersa, sometida a un discurso político constantemente renovado en sus emisiones o actos del habla, no tuvo la capacidad de articular una respuesta política y por lo tanto fue progresivamente desplazada de los espacios de participación política.
Por su parte, la reproducción de facciones, con escasa fortaleza ideológica más allá de la fidelidad a la figura de Chávez, derivó en una acción pública que muchas veces se caracterizó por la incoherencia, el abuso. Quizás el primer toque de diana que advirtió que algo no estaba funcionando bien se manifestó en la conjunción de fuerzas entre los actores económicos representados por FEDECAMARAS y la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), conjuntamente con la Iglesia cuando firmaron en mayo de 2002 el Pacto de Gobernabilidad, creando las bases de una política de transición. Desde ese momento, el discurso de Chávez comenzó a insistir en la necesidad de rearticular lo político, como expresión de organización social comunitaria. Su planteamiento pasaba por dotar de coherencia y unidad un espacio político que a su alrededor se mostraba disperso, disgregado y plagado de intereses personales.
La naturaleza del triunfo político generado entre 2005-2006, sólo sirvió para posponer este ajuste de la política, que se hizo necesario ante el resultado de la consulta para la reforma constitucional el 2 de diciembre de 2007. A partir de ese momento Chávez y su entorno más cercano asumió la necesidad de restituir la política a través de una estructura organizativa que no sirviera de mediación entre el Estado y la ciudadanía, por el contrario se trata de articular los esfuerzos entre Estado, ciudadanía y formas organizativas generando un entendimiento dinámico como no se había producido.
Replantearse lo político en estos términos se traduce en múltiples canales de exploración. En primer lugar, el canal del Estado, por que se plantea una relación en donde la planificación pública es un ejercicio de co- responsabilidad entre ciudadanos, funcionarios públicos y comunidades. No es el fruto de una serie de consideraciones surgidas bajo la lógica del burócrata – tecnócrata que presume saberlo todo. En segundo lugar, exige al ciudadano una verdadera responsabilidad de sus actos. Se trata de generar ciudadanía a través del ejercicio responsable de la idea- concepto de participación. Hasta ahora habíamos sido asumidos como ciudadanos circunstanciales, reducidos a momentos específicos de consulta electoral. Se trata ahora de entender la plenitud de ese accionar, mediante un ejercicio constante en la elaboración, supervisión y control de las dinámicas de intervención. Finalmente, se trata de cambiar la opinión pública, en el sentido que es el ciudadano mediante su participación quién establece la agenda política, entendida como la discusión de temas claves y políticas públicas en los ámbitos de representación política.
No hay duda, que el proceso inaugurado por las elecciones directas de representantes el pasado domingo 02 de junio abre espacios de discusión y fortalecimiento de la política, entendida en el sentido planteado hace muchos años por la pensadora Hanna Arendt: “la política es el hacer juntos entre diversos”. Estamos en una circunstancia donde la redefinición de lo político a través de la constitución del PSUV, puede llevar a una discusión en lo interno del sistema político venezolano que signifique un proceso de organización- participación del ciudadano en torno a las múltiples formas de articulación que establece la Constitución Nacional, y esa discusión llega a las demás organizaciones del espectro político venezolano, que comienzan a ver la necesidad de articular organizaciones estructuradas sobre los colectivos. Se trata de entender que este modelo de elección directa sume en un profundo debate a las organizaciones políticas como espacios de participación, negarse a democratizarse internamente sería negar la democracia misma, por lo que se corre el riesgo de quedar al descubierto como falsos demócratas. Es un gran reto para todos, ojalá seamos capaces de asumirlo.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com

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DR. JUAN EDUARDO ROMERO (VENEZUELA)

Historiador, especialista en procesos políticos contemporáneos de América Latina. Docente e Investigador de la Universidad del Zulia en Venezuela. Profesor invitado en España, Francia, Italia, Colombia, Brasil, Nicaragua, Argentina, Ecuador, Cuba, México, Costa Rica. Investigador Nivel II del Programa de Promoción al Investigador (PPI) del Ministerio de Ciencias y Tecnología de Venezuela. Teléfonos (58) 261 7596253 (telfax oficina). (58) 4126543075 ( móvil). Correo electrónico: juane1208@gmail.com

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Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela
Doctor en Historia Social y Política Contemporánea. Profesor de la Universidad del Zulia, Venezuela. Especialista en Historia Contemporánea de América Latina. DEA en Gerencia Política y Gobernabilidad. Autor de más de 35 artículos sobre procesos políticos. Co-autor de seis Textos sobre Proceso Socio-político en Venezuela. Teléfono Telfax (58) 261 7596253, móvil (58)4126543075. E-mail: juane1208@gmail.com

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