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lunes, 30 de enero de 2017

ALFREDO MANEIRO: TEÓRICO Y MILITANTE REVOLUCIONARIO

La construcción de una alternativa a las formas de control económico e institucional del capitalismo, reflejada en la preponderancia del denominado modelo de democracia liberal, no es un proceso fácil. Desde Marx, pasando por Rosa Luxemburgo, el propio León Trosky, hasta V. I. Lenín, Joseph Stalin y Antonio Gramsci, la preocupación en torno al partido revolucionario, ha sido una constante. En Venezuela, ese debate agrega nombres como Gustavo y Eduardo Machado, Salvador de La Plaza, la famosa discusión entre estos y Rómulo Betancourt, a raíz de la formulación del Plan de Barranquilla, son sólo algunos ejemplos propios de esta deliberación. Más recientemente, sobre todo a partir de la derrota de la insurgencia guerrillera de la década de los años 60 del pasado siglo XX, se generó un debate que tuvo dos matrices, que fueron el resultado de la escisión del Partido Comunista Venezolano (PCV). Me refiero a las posturas del Movimiento al Socialismo (MAS) y de la Causa radical (CausaR). Nos interesa, abrir un debate-homenaje al fundador e ideólogo de este último movimiento: Alfredo Maneiro, que cumpliría 80 años este 30 de enero. Maneiro fue una figura interesante, surgida en el movido contexto de la resistencia a la dictadura de Pérez Jiménez. En ese momento, tan coyuntural jugó un papel importante en las estructuras estudiantiles incorporadas en apoyo a la Junta Patriótica (JP), establecida como una iniciativa conjunta del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el partido Unión Repúblicana Democrática (URD), a través de las figuras de Guillermo García Ponce y Fabricio Ojeda respectivamente. Su incorporación a los movimientos insurgentes guerrilleros, fue sólo una continuación de la actividad política iniciada con la resistencia a Pérez Jiménez. Cuando la guerrilla, es pacificada con el Gobierno de Rafael Caldera (1968-1972) – con la excepción de Douglas Bravo y otros sectores que siguieron en combate activo- Maneiro funda el partido Causa Radical (Causa R). Las ideas y consideraciones elaboradas por este pensador y militante activo, son dignas de ser rescatadas en el debate difícil que se encuentra el Partido Socialista de Venezuela (PSUV). Es sin duda, un homenaje a uno de los hombres más lúcidos, en términos de compromiso político y capacidad organizativa. Maneiro tiene la especificidad de plantear el análisis del partido, en su historicidad concreta. Asume al partido como una unidad orgánica con el todo social. Por ello, al referirnos a su idea de partido, hay que definirlo como un partido-movimiento. Su concepción abrió un espacio a la denominada sociedad civil, más allá del planteamiento de partido de “elegidos”, característico del enfoque marxista-leninista. La idea de establecer una relación directa con la gente, sin intermediación de la nomenklatura del partido, contrasta significativamente con la estructura de “cuadros” y jerárquica que caracteriza a todos los partidos modernos en Venezuela, sin excepciones. Para este pensador revolucionario no era suficiente la toma del Gobierno, y advertía que si bien su idea de calidad revolucionaria estaba asociada “a un esfuerzo dirigido a la transformación de la sociedad, a la creación de un nuevo sistema de valores humanos” este debía plantearse desde antes de la toma del poder, pero cuya ejecución era el norte de la acción de ejercicio del poder. En este punto, hay que establecer una analogía con los esfuerzos teóricos, planteados por el propio Chávez en torno al documento el Libro Azul (1991 y reeditado recientemente por el Gobierno de Nicolás Maduro). En ese texto, sugería – sin duda influenciado por las lecturas de Maneiro- una posición similar. Chávez afirmaba sobre que (es)… “el pueblo como depositario concreto de la soberanía (el que) debe mantener su fuerza potencial lista para ser empleada en cualquier momento y en cualquier segmento del tejido político” (Libro Azul, 2013: 77). Es central esta idea. Maneiro asume el partido, no como un simple instrumento de poder, sino como un fenómeno político en una relación tensa con la estructura del Estado Liberal dominante, al cual está fijado en su alteración. Sin embargo, advierte que al estar ese objetivo surcado por la toma del poder, se corre el riesgo del “secuestro” de la estructura del partido y el establecimiento de sub-clases (nuevas clases?) que intenten tomar para sí misma, las conquistas alcanzadas; dice Maneiro: “En realidad, abundan modelos organizativos, qué no importa sus reclamos ideológicos, devienen modelos en escala reducida del mismo “sistema” a cuya destrucción dicen aspirar. En realidad, existen organizaciones revolucionarias que parecen sólo preparadas para adueñarse del aparato del Estado existente, para ponerlo “en marcha para sus propios fines” (Notas sobre organización política, 1971: pag 83) Sin duda, parece una preocupación muy vigente. Se debe recordar al propio Chávez, en su intervención Golpe de Timón: “estamos tocando puntos clave de este proyecto, que si no lo entendemos bien y lo asumimos bien, pudiéramos estar haciendo cosas buenas, pero no exactamente lo necesario para ir dejando atrás de manera progresiva y firme el modelo de explotación capitalista…” (2015, p.3). La reflexión de ambos actores políticos es esencial para avanzar en un proceso de superación de las condiciones culturales y económicas, que permiten el mantenimiento de las lógicas del capital. Hemos señalado con anterioridad (http://globovision.com/article/chavez-maduro-y-la-gubernamentalidad-liberal-en-venezuela ) que el problema de una alternativa al capitalismo, recorre el camino de superar lo que Michel Foucault denominó la gubernamentalidad liberal, que es el régimen del poder, introducido en el siglo XVIII, que tiene por blanco la población, mediante el control de la economía política a través de los denominados “dispositivos de seguridad”. La gubernamentalidad sería una tecnología del poder, a través del cual se facilita el control sobre la población, utilizando técnicas de gobierno que permiten la aceptación de este. El objetivo histórico de un partido revolucionario (y en eso coinciden Gramsci, Maneiro y Chávez) no puede ser sólo alcanzar la toma del poder, sino que desde esa acción política avanzar inclementemente en el desmontaje de la estructura de ese Estado liberal, que domina, moldea y asimila todo espíritu de transformación. Pensaba el fundador de la Causa Radical – tan pérdida en términos históricos en la actualidad- que sí bien la toma del poder era un objetivo de alto alcance, no era suficiente y que para poder avanzar, era necesaria una vanguardia revolucionaria, crítica, lúcida, agregaríamos con cualidad ética – que está extraviada en estos momentos- que indique la praxis y se nutra de las experiencias colectivas. Un verdadero partido-movimiento. Insistimos, el peligro del poder, es que envilece a quién no tiene cualidad ética y por eso señalaba Alfredo Maneiro: ¿por qué en fin, un activista político está condenado, para que su acción tenga significado, a terminar militando en estructuras que íntimamente rechaza, con estilos, mentalidades y prácticas que no concitan su entusiasmó?... En este sentido, la tarea de construcción de una vanguardia, genéticamente ligada al movimiento de masas, que se quiere surgida de su práctica y de su experiencia es, también una tarea de construcción ideológica” (Notas sobre la organización política, 1971: p. 64-66). Sus reflexiones sobre los peligros asumidos por los partidos modernos, de caer en el aislacionismo con las masas, en la reproducción de parcelas de poder, en el silencio cómplice, parecen pensadas en el entorno crítico del funcionamiento actual del PSUV. Las tensiones entre quienes militan activamente, luchan estoicamente contra los efectos del debilitamiento ideológico, y se oponen al pragmatismo característico de una parte de la nomenklatura del PSUV, están reflejadas en algunas de sus consideraciones, vigentes al máximo en estos momentos: “…Y en la propia fundación (del partido) damos todo tan acabado y resuelto que, al movimiento de masas, y a la militancia de filas , en un alarde de participación a la moda… le garantizamos que podrá influir en la elaboración de nuestra política (de la estructura del partido) , pero cuidándonos de que no pueda participar…un mecanismo de esta clase creemos que conduce fatalmente a la recomposición de las roscas internas, al fortalecimiento del espíritu y de la práctica de círculos innominados y vergonzantes” (Notas sobre la organización política, 1971: p.64) En esta etapa del proyecto bolivariano, en que nos encontramos en el borde de un “punto de quiebre” del sentido revolucionario de la utopía política surgida en el marco del 4F/1992, eso que el Vice-Presidente de Bolivia denomina “empate catastrófico”, debe ser propicia la ocasión para rescatar el alcance de su pensamiento político y abrir un debate sobre el funcionamiento ético de la estructura dirigencial del PSUV, de los cuadros con responsabilidad en las instituciones del Estado, el papel que han jugado en la pérdida de la condición de vanguardia y en los riesgos que eso supone, para los logros alcanzados desde la aprobación de la constitución de 1999. No puede perderse la capacidad democrática alcanzada con tanto esfuerzo. Concluimos con otra cita de Alfredo: “… no se trata estrictamente de darle un contenido social a la forma democrática, sino de una reformulación de la forma democrática misma… No veo por qué un revolucionario no puede ser en la teoría y en la política el más demócrata de los ciudadanos, el más interesado en la profundización y en la ampliación de las condiciones formales democráticas” (Escrito con la Izquierda, 1977: 207-209). El debate sobre nuestro hacer es más necesario que nunca. Los riesgos de ser absorbidos por la gubernamentalidad liberal, la “seducción” del poder económico, es una amenaza latente a este proyecto emancipador. Hay muchos militantes comprometidos, en una lucha sin cuartel contra aquellos, que escudados en las relaciones de poder, en los “amiguismo”, hacen moralmente criticable el esfuerzo constructor y liberador encabezado en su momento por Hugo Chávez y que seguro, serán los primeros ante un escenario de colapso, de asumir posiciones tránsfugas sin ningún remordimiento. Actuemos antes que sea tarde¡¡. Dr. Juan Eduardo Romero Historiador/politólogo Director Centro de Investigaciones y Estudios Políticos Estratégicos (CIEPES) Juane1208@gmail.com 30/01/2017

UNA EXPLICACIÓN GEOPOLÍTICA PARA COMPRENDER LAS AGRESIONES DE COLOMBIA CONTRA VENEZUELA

En las últimas semanas, desde el Gobierno de Colombia, se han desatado un conjunto de declaraciones – y acciones- que afectan los intereses económicos y geoestratégicos de la República Bolivariana. Comenzando por la decisión del Presidente Juan Manuel Santos de impedir el libre tránsito de vehículos hacia Venezuela, a efecto de surtirse de la gasolina, que a precios internacionales se comenzó a vender, alegando que “no conviene esa modalidad de permitir que los autos y camiones se vayan al lado venezolano a abastecerse de gasolina y se pague con pesos. Eso distorsiona una situación que ya ha estado en vía de arreglo” (http://notitotal.com/2017/01/12/santos-afirmo-no-conviene-permitir-paso-vehiculos-venezuela/ ). La medida, había sido sugerida como una acción destinada a detener el flujo ilegal de gasolina hacia el territorio colombiano, y que según algunos especialistas – David Paravisini dixit- ha llegado a 45.000 barriles de petróleo diario. Ante esto, la instalación de puntos de venta de gasolina en pesos en la frontera, ha pretendido recuperar parte de esa fuga de capitales, que según el mencionado especialista, le llegó a costar al país la cantidad de 685.933.706,25 BsF diarios. Representantes del Gobierno de Táchira han mencionado que la venta en pesos pudiera significar recolectar entre 120.000 a 150.000 US$ diarios (http://noticiasvenezuela.info/2017/01/venezuela-dejo-de-percibir-375-millones-por-inactividad-de-gasolineras/ ), a través de las casas de cambios también decretadas por el Gobierno de Nicolás Maduro. La decisión del Gobierno de Juan Manuel Santos, ha costado hasta la fecha un promedio de 3,75 millones US$. El otro hecho, que muestra posiciones agresivas – o por lo menos, no amistosas- hacia Venezuela, es la reciente declaración del Vice- Presidente de Colombia, Dr. Germán Vargas Lleras, quién refriéndose a una política de entrega de viviendas gratuitas a ciudadanos de su país, indicó que esas viviendas “no son para los venecos” (http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-38777584 ). La declaración generó una reacción inmediata de la Cancillería venezolana, en respuesta al uso peyorativo al referirse a los venezolanos en Colombia. La Geopolítica, es la Geopolítica Estos dos sucesos, han causado mucha polémica en los medios venezolanos y colombianos, pero en nuestro criterio, se pierde de vista las verdaderas causas que explican el accionar de Colombia, en esta – y en otras coyunturas políticas- hacia Venezuela. Todo está relacionado con la Geopolítica y el uso – y aplicación- del concepto de “espacio vital”, establecido por el teórico alemán Friedrick Ratzel (1844-1904), que señala una relación entre espacio y población, a través de la cual el Estado – como organismo vivo- garantizaba su supervivencia, mediante el control sobre esas dos variables. Otro teórico Karl Haushofer (1869-1946), complementa diciendo que toda política exterior de un Estado Nacional fuerte, implica la ampliación de su “espacio vital”, a costa de otras sociedades menos capaces y fuertes militarmente. ¿Las declaraciones del Vice-Presidente de Colombia y las decisiones del Presidente Santos, son decisiones Geopolíticas? Sí, pues ambas están relacionadas con las propias necesidades del Estado colombiano y las apetencias territoriales – y de recursos- que han expresado desde tiempos coloniales. Veamos en detalle, este recorrido histórico. Desde el proceso de penetración y conquista del actual territorio colombiano, desde 1502 cuando Juan de La Cosa organizó una expedición a la actual Guajira colombiana, pasando por el establecimiento hispano de 1510 en el Golfo de Urabá, así como el asentamiento en la actual Cartagena de Indias, el impulso conquistador buscó la manera de conectarse con las rutas marítimas que conducen al actual Mar Caribe y permitirían una fácil navegación hasta los puertos españoles en Cádiz y Huelva. En 1543, el corregimiento de Tunja plantea la necesidad de buscar una salida hacia el sur del Lago de Maracaibo, pues resultaba menos complicado de utilizar que la vía del río Magdalena. La imposibilidad de sacar, vía terrestre o marítima la producción agrícola por el occidente de la actual Colombia, hizo cada vez más necesario la búsqueda de otro acceso de salida. Ese acceso, siempre ha sido el Lago de Maracaibo, en nuestra actual Venezuela. Por eso, desde los territorios de la actual Colombia, se autorizó un conjunto de exploraciones de capitanes españoles, que generaron el establecimiento de comunidades – utilizando la encomienda para disponer de mano de obra indígena- hacia el Sur del Lago de Maracaibo. Se establece Mérida en 1558, la Villa de San Cristóbal en 1561, en 1576 Espíritu Santo de La Grita, en 1592 el puerto de Gibraltar, para facilitar la conexión fluvial hacia el Mar Caribe. Resulta indudable la conexión comercial – y la importancia estratégica- para los productores agrícolas en tierras Neogranadinas, de esa ruta desde el oriente de la actual Colombia, hacia el occidente de nuestra Venezuela. Toda esta actividad, termina beneficiando a la ciudad-puerto de Maracaibo, cuyo asentamiento hispano se termina de consolidar en 1574, haciendo de esta localidad un punto nodal de entrada y salida de mercaderías, enriqueciendo a sus élites y determinando que en 1676, se agregará a Maracaibo a la provincia de Mérida y La Grita. Es tanta la importancia de esta ruta y las facilidades que provee para el tráfico comercial del oriente de Colombia, que cuando se crea el Virreinato de la Nueva Granada en 1717, se le asigna los territorios de las provincias de Santa Fe, Cartagena y Santa Marta (actual Colombia) y de Maracaibo, Caracas y Guayana (actual Venezuela). Mientras la provincia de Maracaibo, estuvo bajo la autoridad del Virreinato de Nueva Granada, la actividad comercial incentivo la consolidación económica tanto de los pueblos y campos del oriente colombiano, como del puerto- ciudad. En términos geopolíticos y conceptuales, Maracaibo y el occidente de Venezuela, eran esenciales en términos de espacio vital para el Virreinato de Nueva Granada. El problema comienza, cuando en 1777, se crea una entidad política diferente: La Capitanía General de Venezuela. Desde ese momento, la Provincia de Maracaibo se restituye al territorio de Venezuela (al cual había pertenecido con anterioridad), causando una grave complicación – en términos económicos- al oriente de la actual Colombia, pues la salida natural del Lago de Maracaibo, para poder ser usada, debió pagar impuestos muy altos y diversos desde ese momento (almojarifazgo, alcabala, entre otros). Las complicaciones son tales, que las autoridades de Nueva Granada “suplican” el reintegró de la Provincia de Maracaibo a la Nueva Granada en 1780. El propio Bolívar, entendió el significado geopolítico de la proximidad geográfica del oriente de la Nueva Granada y el Occidente de la Capitanía General de Venezuela y propuso en la Carta de Jamaica (1815) una unidad geopolítica en los siguientes términos: “La Nueva Granada se unirá con Venezuela, sí llegan a convenirse en formar una república central, cuya capital sea Maracaibo, o una nueva ciudad que, con el nombre de Las Casas, en honor de este héroe de la filantropía, se funde entre los confines de ambos países, en el soberbio puerto de Bahía-Honda” . El planteamiento del Libertador, hablaba de una “unidad conveniente”, no de las apetencias en términos del alemán Haushofer, de control de “espacio vital”, a costa del otro. EL ESPACIO VITAL DEL LAGO: OBJETIVO DE COLOMBIA Lo que decimos, es que la proximidad geográfica del puerto de Maracaibo, con las regiones del oriente colombiano, son la base que nos permite entender el “flujo” comercial – legal e ilegal- existente hasta la actualidad. Asimismo, el hecho que el puerto de Maracaibo esté geográficamente más cerca de Santa Fé de Bogotá, que de Caracas, nos explica la histórica confrontación de la elite maracaibera con la elite caraqueña, estructurada en torno a los puertos de Caraballeda y La Guaira. Los grupos propietarios, tradicionalmente ligados al ejercicio del poder, primero en el Virreinato de Nueva Granada, después en la época post-independentista (siglo XIX), así como durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, han visto el occidente de nuestra actual Venezuela, como un “espacio vital”, que les pertenece por “derecho”, ignorando eso sí, los alegatos que en términos del uti possidetis iuris tenemos. ´ Han sido mucho los intentos secesionistas en tono al occidente venezolano – la llamada media luna- y sobre el tema, ha advertido tanto el Presidente Hugo Chávez (http://www.guia.com.ve/noti/22391/tesis-de-la-media-luna-solo-seria-factible-en-tres-estados ), así como el actual Presidente Nicolás Maduro. Sobre el tema, hemos reflexionado en otras oportunidades (http://www.aporrea.org/regionales/a187704.html ), así mismo otros historiadores, como Luís Prieto, han advertido lo mismo, indicando los esfuerzos por convertir a Maracaibo – y su espacio geográfico- en un nuevo anexo comercial de los intereses de las elites colombianas (http://www.aporrea.org/regionales/a120802.html ). El problema de la guerra económica, que permite una fuga de mercancías, dinero y gasolina, entre otros, hacia Colombia desde el occidente de Venezuela (Zulia, Tachirá, Apure, Amazonas), no puede estudiarse en su justa dimensión, sin la comprensión de los intereses geopolíticos que están presente en las acciones de la élite colombiana y que se conectan asimismo, con los intereses geopolíticos de los EEUU. Es una perfecta articulación. Para EEUU y Colombia, las tesis nacionalistas esgrimidas por el proceso bolivariano son una amenaza a sus propios intereses. Para los EEUU, Venezuela es un incómodo país, en sus planes de consolidación del denominado Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNSA), que pretende hegemonizar el control del sistema-mundo (economía, recursos naturales, rutas de transporte, flujos de capitales, industria). Para Colombia, las posiciones de defensa de los derechos territoriales establecidos constitucionalmente en 1999, en los artículos 10, 11, 12, 13 y 14, son un obstáculo a los intereses expansionistas, reflejado en los textos escolares y en tesis de funcionarios de alto nivel, como el ex canciller Julio Londoño y su Nueva Geopolítica de Colombia (https://es.scribd.com/document/85564815/Nueva-Geopolitica-de-Colombia-Gen-Julio-Londono ), que han sostenido – y sostienen- la importancia de “recuperar” los viejos territorios de la Nueva Granada. ¿Por qué la alianza EEUU- Colombia contra Venezuela? La coincidencia geopolítica de EEUU y Colombia, en detrimento de los intereses y la soberanía de Venezuela, tienen un elemento común: el petróleo. Las capacidades productoras de Colombia y EEUU, se han visto seriamente mermadas, afectando en términos de “seguridad energética” su capacidad estratégica. Colombia, ha mantenido una producción constante de petróleo (985.727 BDP según datos tomados http://www.anh.gov.co/Operaciones-Regalias-y-Participaciones/Sistema-Integrado-de-Operaciones/Paginas/Estadisticas-de-Produccion.aspx ) pero ha incrementado el consumo de gasolina y otros derivados en forma importante. Según David Paravisini, esa diferencia entre lo que produce Colombia y lo que consume, lo equilibra a través del contrabando de extracción que genera, en cálculos del experto unos 9.000 millones US$ a las mafias ligadas al paramilitarismo. Para esas mafias, es imperativo contar con moneda nacional (bolívares fuertes) para poder pagar la gasolina que sale ilegalmente de Venezuela. Esos bolívares, son convertidos – a tasas de cambio muy favorables para Colombia- en pesos, permitiendo que con ese diferencial, adquirir una variedad de productos en territorio venezolano que luego será vendido, con ganancias enormes pero generando carencias y conflicto en Venezuela. Sobre el tema de los mecanismos de convertibilidad monetaria, son interesantes los trabajos de Luís Gavazut (http://www.15yultimo.com/2017/01/08/el-peliagudo-tema-de-la-venta-de-gasolina-en-pesos/ ). Ante esta agresión, no velada, desde Colombia, y que según nuestro criterio, forma parte de una acción conjunta en términos geopolíticos, que procuran desestabilizar el sistema institucional venezolano, el Gobierno de Nicolás Maduro, en base a sugerencias surgidas de representantes de los Gobiernos Regionales de algunas entidades fronterizas con Colombia (Zulia y Táchira), ha implementado – emulando a Colombia- casas de cambio, que pretenden recibir pesos colombianos para “legalizar” la compra de gasolina y mercaderías en los 2.219 km2 de fronteras. Compartimos los análisis de quienes sugieren que esta estrategia, no soluciona sino que contribuye con el debilitamiento de nuestra economía, de su signo monetario y de nuestras reservas de divisas (http://www.15yultimo.com/2017/01/26/casas-de-cambio-en-la-frontera-revision-critica-pronosticos-y-recomendaciones/ ). Para EEUU, las reservas de petróleo de las que dispone nuestro país, son un objetivo apetecible, pues tanto desde el Departamento de Estado, como desde los voceros autorizados, se ha expresado que el gran país del norte, debe procurarse con el control de los recursos naturales necesarios a sus intereses. Es famoso el denominado Informe Cheney (por el Vice-Presidente de EEUU durante la gestión de George W. Bush, Dick Cheney, representante connotado de grandes petroleras), publicado en el año 2001, donde se advertía sobre el posible decaimiento de la producción de hidrocarburos de más de 8.5 millones b/d en 2002 a menos de 7.0 millones B/d para el 2020, mientras que el consumo pasará de 18.5 millones B/d a 25.5 millones en la misma fecha. Ese informe, estableció que Venezuela era vital, por su disposición de petróleo, pero al mismo tiempo era un obstáculo dada las reformas introducidas en la Constitución de 1999, que le otorgaban amplios derechos y controles sobre la actividad extractiva y la refinación o comercialización ( http://www.jornada.unam.mx/2004/01/26/per-estrate.html ). Con ese informe, se transformó a Venezuela en una “amenaza” a la seguridad energética de EEUU y no es fortuito, que sea con esa misma designación que se emitió el denominado “Decreto Obama” contra el país, en el año 2015. OBJETIVO: LAS RESERVAS DE PETRÓLEO DE VENEZUELA El hecho es que las reservas extraíbles de las que dispone la República Bolivariana, son realmente apetecibles. Según un Informe de PDVSA publicado en 2014, en la frontera con Colombia, específicamente en el Golfo de Venezuela, el país dispone de capacidades extraíbles de 540.000 millones de barriles. Opiniones de algunos expertos petroleros, como Fernando Travieso, hablan de reservas extraíbles en la Faja Petrolera Hugo Chávez, ubicada en una extensión de 55.000 km2 alrededor del Orinoco, cercanas al billón 370.000 millones de barriles de petróleo (http://www.eluniversal.com/noticias/economia/afirman-que-crudo-faja-para-varios-siglos_93181 ). En la región fronteriza con la República Cooperativa de Guyana, específicamente en los límites marítimos del Atlántico, la trasnacional Exxon-Mobil señalo a través de su CEO Rex Tillerson (actual Secretario de Estado del Presidente Trump), que en el bloque Stabroek, en su pozo Lisa-1 y 2, hay capacidades extraíbles de 1 billón 400.000 millones de barriles (http://misionverdad.com/la-guerra-en-venezuela/exxon-mobil-acelerar-sus-planes-para-robarse-el-petroleo-venezolano ) Estamos hablando en total, de reservas extraíbles superiores a los 3,3 billones de barriles, muy por encima de las reservas extraíbles totales de los países de la Península Arábica, principales proveedores de los EEUU. Las potencialidades energéticas de Venezuela, ha llevado a la alianza estratégica entre Colombia y EEUU, en función de la denominada Doctrina de Seguridad Nacional de este último país, consolidando la cooperación militar entre ambos, particularmente desde los inicios del Plan Colombia en 2000, teniendo como consecuencias que más del 71% de los 141.000 millones US$ haya estado destinado al área militar (movilidad aérea, entrenamiento y capacitación, inteligencia, centros de operaciones, http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/02/160201_colombia_plan_colombia_15_aniversario_consecuencias_inesperadas_nc ). Eso se ha traducido en la elevación del contingente armado a más de 420.000 hombres en capacidad de combate, conformado por 280.000 alistados en el Ejército y unos 140.000 efectivos policiales, pero con alto entrenamiento militar. No hay lugar a dudas, de la perfecta sincronía entre las tesis históricas de la Nueva Geopolítica de Colombia y la denominada Doctrina Obama, que se ha concretado en una creciente presión (diplomática o a través de Operaciones Encubiertas) contra el Gobierno de Venezuela, particularmente recias desde que el Presidente Nicolás Maduro asumió en abril de 2013 al momento de la desaparición física de Hugo Chávez. Somos testigos del incremento de la actividad militar, que se ve multiplicado por las posibles consecuencias a futuro ante el anuncio del Presidente Juan Manuel Santos del Acuerdo con la OTAN y el papel que jugará Colombia, en la estrategia de asfixia contra el denominado “triángulo insurgente”: Bolivia, Ecuador y Venezuela. En conclusión, las acciones encubiertas que adelanta EEUU a través del financiamiento por medio de la NED a diversas organizaciones, que normalmente critican al Gobierno venezolano, así como las acciones directas ejercidas por particulares con – o sin apoyo- del Gobierno Colombiano, que afectan la economía, la vida social y la tranquilidad de la población en territorio venezolano; forman parte de una Geopolítica del Miedo, destinado a forzar la eclosión de la Presidencia de Nicolás Maduro y a partir de ahí, reconfigurar las relaciones de poder interno, accediendo a mejores condiciones tanto de acceso comunicacional y territorial, así como de control de los recursos energéticos, tan apetecidos por los denominados Imperialismos Colectivos. Las estrategias de resistencia y desmontaje de esta agresión, son una tarea no sólo de los organismos de seguridad del estado venezolano, sino también de todos los movimientos sociales y organizaciones políticas, no alineadas con esta agresión trasnacional, que no tiene ningún indicio de disminuir con la nueva administración en EEUU. Dr. Juan Eduardo Romero J Director Centro de Investigaciones y Estudios Políticos Estratégicos (CIEPES) Historiador/politólogo Juane1208@gmail.com 30/01/2017

lunes, 9 de enero de 2017

Brzezinski, Donald Trump, el Sistema-mundo y Venezuela

Mucho se habla de los EEUU y su geopolítica, pero también es mucho lo que se ignora de las bases conceptuales y los denominados “tanques pensantes” que nutren las posiciones extremas de los Presidentes del coloso del Norte. Quizás uno de los casos más emblemáticos es el de Zbiegniew Brzezinski, polaco-norteamericano que ha sido connotado asesor de diversos Presidentes de EEUU, desde Jimmy Carter, hasta Barak Obama y todo parece indicar, una notoria influencia en diversos postulados emitidos por el Presidente electo, Donald Trump. Pero, ¿Cuáles son las tesis geopolíticas sostenidas por este intelectual norteamericano? En primer lugar, ha sostenido desde hace años, la posibilidad de una convergencia entre los EEUU y Rusia, en función de constituirse como hegemones mundiales, o en las tesis de Immanuel Wallerstein, Imperios-mundos. Ese planteamiento, le ha acarreado notorias resistencias entre otros tanques pensantes neoconservadores, pero se basa en considerar que la capacidad tecnológica, militar y sobre todo económica de los EEUU no puede, por sí sola, dominar el mundo en lo que resta del Siglo XXI. El creciente gasto acarreado por la estrategia militar del Unilateralismo Globalizante, llevado adelante por las gestiones de George Bush (padre e hijo), Bill Clinton y Barak Obama, queda demostrado en el hecho que ese rubro representaba un 2,9% del PIB en el 2000 y para el 2010 alcanzó 4,66%, y para el año 2016 representó un 2,8%. La disposición de enormes recursos para mantener el aparato militar y así mantener la supremacía hegemónica, ha generado un debate ante el fracaso de esa meta unilateral. Es ese el principal argumento esgrimido por Brzezinski y reproducido en el discurso presidencial de Trump, durante la campaña electoral. Para este teórico norteamericano, es necesaria una política de contención no confrontacional con Rusia, con el objeto de evitar a toda costa una asociación entre esté y China, que resultaría en una pérdida total de la hegemonía siempre anhelada por el “destino manifiesto” de EEUU. Las políticas implementadas por el unilateralismo globalizante, desde 1991 hasta 2016, no han hecho sino acercar a las otras grandes potencias, quienes han sumado otros países poderosos, tanto en términos militares (Sudáfrica, India, Pakistán) como económicos (Brasil), pero más preocupante aún, es que en términos geográficos esa asociación ha significado una gran influencia en Eurasia y Asia Suroccidental. En la práctica (la real politik), los EEUU han perdido terreno por su esfuerzo de concretar las tesis de Mackinder sobre el Heartland (Eurasia), cuestión que no han logrado y además, han perdido influencia en lo que han considerado su “patio trasero”: Nuestra América. No es coincidencia, que el discurso de Trump sobre recuperación de la grandeza de EEUU, confluya con las tesis geopolíticas de Brzezinski, que insisten en la necesaria creación de un consenso con Rusia y la recuperación de la influencia en su área o espacio vital. Todo lo recientemente ocurrido en Eurasia, representado en los esfuerzos de la OTAN (y los EEUU) por desestabilizar el Gobierno de Erdogan en Turquía, el retroceso de ISIS ante la alianza Rusia-Irán-Turquía, el incremento del aislacionismo de Israel y la radicalización de la represión en Palestina, así como el incremento del poderío militar de China en su área de influencia, aunado a los gobiernos no adheridos a las líneas estratégicas del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNSA) en Sudamérica, han permitido un debate sobre el decaimiento de los EEUU y el impacto sobre la sociedad occidental. Por eso, la insistencia de Trump en su eslogan de campaña “hagamos América Grande de nuevo”. En términos de la geopolítica, la división (y debilidad) de Europa, se constituye en un obstáculo para las tesis de dominio concretadas a través de uno de los vehículos creados por el teórico norteamericano, la Trilateral: EEUU, Unión Europea y Japón. Las decisiones que llevaron a Inglaterra al Brexit, terminaron de mostrar la imposibilidad que esa alianza (bajo la cual actuaron los ex presidentes Bush –padre e hijo- así como Clinton y Obama) perdurará en el tiempo y abrieron los ojos, a la posibilidad de un tipo de asociación no confrontacional, bien con Rusia o China. Hay sin dudas resistencias, en los valores que representan el conservadurismo norteamericano y su “tesis del destino manifiesto”, ante la posibilidad de un entendimiento con Vladimir Putin, pero lo cierto es que se trata de evitar a toda costa, que se produzca la asociación firme y concreta de los acuerdos – ya adelantados- de apoyo recíproco entre Rusia y China, tanto en términos monetarios – el impulso del Yen- como en lo que respecta a la asistencia militar. Eso significa, que posiblemente Trump adelante el acercamiento diplomático, en vez de seguir optando por el cerco militar a través de la OTAN, que ya ha llevado a la incorporación de varias ex repúblicas de la extinta URSS (Georgia por ejemplo)o algunos de los países del denominado “socialismo real”, como Polonia, Hungría, República Checa (parte de la ex Checoslovaquia) y que ha generado, en respuesta, una expansión de la capacidad militar de Rusia, que ha mostrado su nuevo poderío en las acciones implementadas en Siria. Es notorio, el avance lento pero firme de la Rusia de Putin, por recobrar el carácter de potencia que tuvo en algún momento la desaparecida URSS. En ese esfuerzo, se produce una preocupación adicional para los intereses estratégicos de los EEUU, determinado por el acercamiento en términos económicos y militares, que tanto Rusia como China han tenido en Nuestra América. Los convenios de venta de armas y asesoría militar firmados con Rusia y Venezuela, así como la asociación (y presencia) de capitales chinos en diversas partes del considerado “patio trasero” de EEUU, así como la posibilidad de construcción de un nuevo canal (más amplio) en Nicaragua, derivando en una pérdida de influencia sobre Panamá, han activado las alarmas en los grupos de poder y las súper elites ligadas al tema económico y militar, que gravitan tanto en torno al Pentágono, como en el departamento de Defensa. Esto puede traducirse en diversos escenarios, pero todos definitivamente conflictivos para las denominadas “democracias radicales” (Bolivia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua). Los esfuerzos de Trump, parecen marcados por las tesis del politólogo norteamericano y ello se traducirá en esfuerzos por bajar la intensidad de la actual confrontación con Rusia, buscando con ello establecer una alianza estratégica inter-potencias, que tendría un doble efecto: por un lado, disminuir las amenazas que han surgido ante el fracaso de los EEUU y sus acciones militares en Eurasia; al mismo tiempo, lograr disminuir los apoyos estratégicos y militares de Rusia en Nuestra América, facilitando así las acciones (encubiertas o no) de los diversos organismos de inteligencia de los EEUU, así como el desenvolvimiento de la OTAN. Es este marco el que debe ser entendido, para interpretar el accionar de los EEUU y los Imperialismos Colectivos en el desequilibrio de la alianza entre Argentina, Brasil y Venezuela, construida en las gestiones de los Presidentes Néstor Kichner, Lula da Silva y Hugo Chávez. La campaña de desprestigio, que en el caso de Argentina y Brasil, terminaron en la derrota de las fuerzas sucesoras de los liderazgos de los Kichner y de Lula, ha permitido un reacomodo geopolítico momentáneo, pero que ha sido eficaz para aumentar la -ya de por sí- grande presión sobre Venezuela. Las acciones que han emprendido los gobiernos de Macri y Temer contra Venezuela en el MERCOSUR, así como los movimientos que han generado para debilitar la UNASUR al mismo tiempo que se acercan a la Alianza del Pacífico, muestran la validez de este análisis. Si no fuera suficiente, los EEUU y los Imperialismos Colectivos incrementan su acción de cerco militar sobre Sudamérica, a través de los acuerdos ya firmados por el presidente Mauricio Macri que autoriza la instalación de bases militares en Ushuaia y la triple frontera. Con ello, pasarían los EEUU y la OTAN, a controlar una parte de los estratégicos recursos de agua, disponibles tanto en la Antártida como en los acuíferos guaraníes, un elemento de debilidad que está presente en el juego geopolítico, pues sus reservas de agua potable se han reducido con la actividad depredadora del medio ambiente, pero con estas bases, pasarían a ejercer un dominio hegemónico sobre esas zonas. Asimismo, completarían el control geopolítico de esas bases, con la ya de por sí incómoda presencia inglesa en las Islas Malvinas, dominando en términos de presencia todo el acceso en el Atlántico Sur. No puede obviarse, los anuncios sobre Acuerdos entre Colombia y la OTAN, que terminarían de cerrar el círculo envolvente sobre el espacio vital de Sudamérica, en donde se encuentran las mayores reservas energéticas del mundo, conformadas por los casi 2 billones de barriles extraíbles de Venezuela (750.000 millones en la zona marítima reclamada a Guyana, 515.000 millones de la Faja Hugo Chávez y los 540.000 millones en el Golfo de Venezuela), así como las más importantes fuentes de agua potable (casi 18000 Km3) y la mayor biodiversidad, ubicada en el Amazonas. Todo ello, para apoyar las acciones encubiertas, planteadas en el Manual de Guerra No Convencional del Departamento de Guerra de los EEUU y el desarrollo de lo que el teórico geopolítico Brzezinski denomina “caos constructivo”, que consiste en la generación de divisiones y fraccionamientos que conduzcan a caos o desórdenes, que permitan alegar la existencia de “Estados Forajidos” o violadores del derecho Internacional, por ser además “Estados Fallidos”, incapaces de satisfacer las necesidades de su población y de esa forma, alegar una posible intervención humanitaria, como ya ha sucedido en Haití. Este escenario, es especialmente preferido para el caso Venezuela. Las acciones que adelanta la Asamblea Nacional de Venezuela (ANV), tanto con su anterior Presidente – Henry Ramos Allup de Acción Democrática (AD)- como del actual – Julio Borjes de Primero Justicia (PJ)- se encuentran dentro de las hipótesis de “caos constructivo”, que propicié situaciones de alta conflictividad, basadas en una agenda trasgresora, que puede recurrir tanto a acciones de calle como alteraciones violentas del “orden institucional”. La decisión de la ANV de declarar el “abandono de funciones” del Presidente Maduro, inexistente en la Constitución de la república Bolivariana de Venezuela busca es la creación de desorden y alteración, y con ello generar un pronunciamiento de organismos internacionales, que en última instancia pudiera terminar en una acción militar conjunta, a efectos de evitar un desequilibrio en la sub-región, tal como lo han manifestado ya en el papel de trabajo publicado por Robert Ellis, denominado la Implosión en Venezuela y las consecuencias para EEUU (http://www.strategicstudiesinstitute.army.mil/index.cfm/articles/the-approaching-implosion-of-venezuela/2015/07/10 ) Las tesis del teórico norteamericano, asesor de inteligencia de Obama y ahora de Trump, son una verdadera amenaza para la estabilidad de la región y en general del mundo. Esperemos el desenvolvimiento de la próxima presidencia de EEUU y veremos la consecuencias para el sistema-mundo. Dr. Juan Eduardo Romero/ historiador-politólogo Director del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos estratégicos (CIEPES) Juane1208@gmail.com 9/01/2017

Con Colombia, Ya Basta...

Con Colombia, Ya basta… Habría que comenzar diciendo que no se trata de una postura xenofóbica. Nada más alejado de la realidad. Se trata eso sí, de señalar las formas en las que el accionar de las élites colombianas, que controlan el aparato del Estado, generan una constante amenaza en contra de los intereses de Venezuela y que amerita, por lo tanto, una respuesta diplomática contundente. Sostenemos que las acciones de amenaza de Colombia se expresan en tres ámbitos, interconectados. Un ámbito geopolítico, un ámbito económico y el último, referido a la seguridad. El marco geopolítico, es el marco general, derivado del papel que en el sistema-mundo juega Colombia. Para entenderlo, hay que comenzar por comprender el significado del denominado Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (proyect for new american century). ¿Qué es el PNSA? Es una iniciativa de un conjunto de tanques pensantes, neoconservadores y neoliberales en los EEUU, entre los que debe resaltarse a Dick Cheney, Jeb Bush, Paúl Wolfowitz, Donald Rumsfeld, Dan Quayle, Lewis “Scooter” Libby, Eliott Abrams, John Bolton, Richard Perle y otros no menos fundamentalistas y oscuros personajes de la extrema derecha estadounidense. Pretenden establecer “un nuevo orden mundial”, que conduzca a : 1-. La apertura, la estabilidad, el control y la globalización mundial de los mercados, así como la seguridad y la libertad del comercio; 2-. El acceso sin restricciones y donde se encuentren a las fuentes energéticas y de materias primas necesarias para dinamizar su economía y la de sus aliados; 3-. El monitoreo y control en tiempo real de las personas y de todos los movimientos políticos y sociales importantes contrarios a sus intereses; 4-. La expansión y consolidación del dominio del capital financiero e industrial de sus empresas y corporaciones trasnacionales y 5-. El aseguramiento del control sobre los medios de comunicación y de información mundial. En los escenarios dibujados en el PNSA, hay un conjunto de países denominados “Estados Tapones”, que juegan el papel de contención a otras amenazas provenientes de Estados que no se articulan a los intereses de los EEUU y los Imperialismos Colectivos. En ese marco, es que se ubica Colombia. En términos geopolíticos, Colombia se ha convertido en un socio esencial para las estrategias de control hegemónico implementado desde el PNSA y que se enmarcan en el denominado ulilateralismo globalizante, que asume que los EEUU debe “imponerse” sobre sus aliados tradicionales (Inglaterra, Francia y otros) pero también sobre sus enemigos históricos (Rusia y China). En términos geopolíticos, Colombia se ha transformado en un factor de presión sobre la “amenaza” que representa Venezuela y su propuesta de no alineamiento a los intereses de EEUU. Por ello, el paulatino fortalecimiento de las fuerzas armadas colombianas, desde el año 2000 con el Plan Colombia y el incrementó de su capacidad bélica, generando desequilibrios militares en la región. Las recientes acciones concretadas por el presidente Juan Manuel Santos y que derivan en la posibilidad de inclusión de Colombia en los planes estratégicos de la OTAN, se encuadran en la perspectiva de EEUU de retomar el control hegemónico en Suramérica, tan debilitado desde el No al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) de Mar del Plata en 2005, a partir de la cual se tejió el denominado triángulo ABV (Argentina, Brasil y Venezuela), con la sintonía práctica en las políticas exteriores de los Presidentes Néstor Kichner, Lula da Silva y Hugo Chávez. Colombia, y particularmente su Presidente, han logrado la “derrota” de las FARC-EP, sin el costo militar y económico que implicó la tesis de la guerra permanente de Uribe. Esa derrota (o desmovilización de las FARC-EP) permite a la estrategia militar conjunta de los EEUU y el ejército colombiano, llevar adelante planes contra Venezuela sin tener la amenaza de dejar en su retaguardia un adversario militar que pueda actuar en una circunstancia de avanzada. Por ello, el accionar de Colombia con los acuerdos con la OTAN se deben entender en una gran jugada geopolítica, que se adelantará a partir de la Presidencia de Donald Trump, que busca retormar el “destino manifiesto” de los EEUU en la región. En este cuadro general, Colombia – el Estado y los sectores dominantes- se prestan a un conjunto de “acciones encubiertas”, que terminan agrediendo a Venezuela, buscando debilitar las bases de apoyo electoral. Esas “acciones encubiertas”, en realidad no son tales, en cuanto su desarrollo forma parte de una política de Estado, sin embargo, enmascaradas en la defensa de los intereses económicos de los actores colombianos, subyace una velada intervención de los EEUU para desestabilizar la economía venezolana. Es el caso de la pervivencia de la Resolución N 8, que permite la “libre convertibilidad” por parte de las casas de cambios en la franja fronteriza de 2.218 km2 compartida con Venezuela. O la reciente decisión de impedir, por decreto nacional, el libre tránsito vehicular hacia las bombas de expendio de gasolina ubicadas en territorio venezolano y que pasarán a vender gasolina en pesos colombianos. La negativa de acceder a ello, por parte del Estado, se traduce en la aceptación tácita de un boicot contra Venezuela. La acción implementada por el Presidente Maduro, busca disponer de fuentes de obtención de divisas (pesos colombianos), al mismo tiempo que busca detener el comercio ilegal de extracción de combustibles hacia Colombia. El Estado Colombiano ha protegido los grupos legalizados de paramilitares que controlan la actividad del canje de divisas en la frontera. Venezuela debería sencillamente decretar la finalización del convenio de convertibilidad pesos/bolívares que mantiene con Colombia, como una respuesta contundente a los planes de desestabilización encubierta a los cuales se presta nuestro vecino. La aseveración realizada recientemente por el Presidente de Venezuela, en el sentido que en Colombia – principalmente- se encontraba casi el 70% de los billetes de 100 BsF emitidos por el Banco Central de Venezuela (BCV), es una muestra de la acción desleal del Gobierno de Santos y el papel que juega, contra la democracia bolivariana. Es casi seguro, que ante el reciente anuncio de Venezuela de implementar – en correspondencia con las acciones de Colombia- casas de cambio en la frontera venezolana, observemos también otro decreto de Santos, impidiendo esa actividad o negando permiso para el libre tránsito fronterizo. Se trata de cerrar el cerco sobre el Gobierno de Maduro y crear condiciones para extremar el caos social. Hay un tercer ámbito, desde el cual decirle Ya Basta a Colombia, es el de seguridad. Cuando se produjo el cierre fronterizo decretado por Venezuela en 2015, una de sus consecuencias fue el establecimiento de reuniones bilaterales entre las fuerzas de seguridad de ambos países. En esos encuentros se acordó acciones conjuntas para disminuir las actividades ilegales en los lindes fronterizos. A pesar de la vigencia de esos acuerdos, las fuerzas de seguridad colombianas no han ejercido control férreo sobre el desenvolvimiento de las mal llamadas Bandas Criminales (BACRIM), un eufemismo creado por los tanques pensantes colombianos para “negar” la realidad: son grupos paramilitares, desmovilizados (y protegidos) por las fuerzas del Estado Colombiano. La inacción contra las bandas paramilitares, asociadas no solo a las casas de cambio, sino articuladas con las operaciones ilegales de trafico de moneda y productos alimenticios, así como armas, drogas es tal, que se trata de una macro operación que termina generando no solo carencias de productos en Venezuela, sino desestabilizando todo el sistema económico nacional. Todo ello, bajo la mirada cómplice de la policía nacional colombiana y sus fuerzas armadas (así como de elementos dentro de la Guardia Nacional Bolivariana y sectores militares). La acción es unilateral. Hemos sido testigo de detenciones y procesos contra Guardias Nacionales Bolivarianos y efectivos militares del lado venezolano, pero no se ha visto acciones reciprocas en Colombia. ¿Por qué sucede eso? Tiene que ver con el papel que esas acciones – que no son encubiertas- tienen en la desestabilización. Cuando a través de la libre convertibilidad, se permite transformar el sueldo mínimo en Colombia de unos 620.000 pesos a más de 142.000 Bsf, estos son utilizados por las mafias contrabandistas y paramilitares para “pagar” a quienes compran productos regulados en el sistema de mercado interno de Venezuela. Esa misma acción ilegal, obtiene enormes ganancias al “transportar” hacia la frontera esa mercadería, que es vendida a cuatro o cinco veces su valor de compra, pero en pesos colombianos. Estos de nuevo son convertidos a bolívares o dólares y vuelven a la economía, generando especulación, acaparamiento y elevando la conflictividad social, que “termina culpando a Maduro” por todo. Se trata, en ese enfoque geopolítico del cual hablamos al principio, de producir un “quiebre” de la autoridad, que es uno de los principios axiomáticos de desenvolvimiento, según Gene Shard (De la Transición de la democracia a la Dictadura) y del Manua
l de Guerra No convencional del Departamento de Guerra de los EEUU. Ello es la base de actuación interna, de las fuerzas políticas con una agenda transgresora dentro de la MUD, para alegar “abandono del cargo”, por parte del Presidente Maduro. Todo se enmarca en una estrategia de deslegitimación, que insiste en presentar al proyecto bolivariano como un Estado Fracasado, ante el cuál es necesaria una “intervención”, bien humanitaria (a través de organismos como la OEA) o a través de la provocación de una acción militar, tanto en la frontera occidental o en la oriental, dependiendo de las condiciones, como último recurso. Habrá que repetir como en el Arte de la Guerra: Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla. Dr. Juan Eduardo Romero. Historiador/politólogo Director del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos Estratégicos (CIEPES) Juane1208@gmail.com 9/01/2017

RÓMULO BETANCOURT Y JULIO BORGES: COINCIDENCIAS PELIGROSAS

Cuando escuché el discurso de Julio Borges, juramentándose como Presidente de la Asamblea Nacional para el período 2017-2018, irremediablemente me recordé de Rómulo Betancourt y la coyuntura política de 1945. En ese entonces – como hoy- el país se debatió entre diversos modelos de democracia. Por un lado, estaba Medina Angarita y el Partido Democrático Venezolano (PDV), que sí bien había generado una apertura importante, eliminando el prejuicioso Inciso IV de la Constitución de 1936, no había accedido a la realización de elecciones libres extensibles a todos (as) los venezolanos (as). Es lo que algunos autores han denominado una democracia restringida. En el otro lado del conflicto, se encuentra Acción democrática (AD) y Rómulo Betancourt, que propugnó la idea de una democracia de partidos, con una estructura que mediará la participación a través de esas organizaciones. Finalmente, se encontraba el Partido Comunista de Venezuela (PCV), en cuyos cuadros se discutió la necesidad de una democracia popular. Esos modelos, mantenían una pugnacidad que se mostraba en la Prensa Nacional y en un debate enconado entre sus líderes. He aquí una primera analogía. Hoy, observamos un debate sobre diversos modelos de democracia. Por una parte, en el seno del PSUV se plantea y vocifera sobre el tema de la democracia popular y participativa, pero desde dentro de su estructura hay tensiones creativas, que pugnan por decisiones cerradas, obviando el parecer – o por lo menos la consulta- de buena parte de las bases, justificado este accionar ante el acoso del cuál ha sido objeto el proyecto bolivariano desde la elección de Nicolás Maduro, en abril de 2013. Del otro lado, en una aparente unidad, se observa en torno a la MUD, dos tendencias diferentes de democracia. Por un lado, los que apuestan a un modelo elitesco-liberal: Primero Justicia (PJ) y Voluntad Popular (VP). En otro aparte de la MUD, hay que ubicar a AD y Un Nuevo Tiempo (UNT), cuya propuesta de democracia es más centrada en la idea betancuriana de centralidad del partido político. Ayer (1945) al igual que hoy, las tensiones del debate interno de la democracia deben ser aliñadas con el contexto geopolítico internacional y el papel (e injerencia) de los EEUU y los Imperialismos Colectivos. Hay que recordar, que producto del papel que jugó el petróleo venezolano en las ofensivas de la II Gran Guerra (1939-1945), el Gobierno de Isaías Medina Angarita aprovechó para renegociar la relación con las compañías petroleras, que se concretó en la formulación (y aprobación) de la ley de Hidrocarburos de 1943. Esa Ley, introdujo algunos elementos que disgustaron a los representantes de las Compañías Petroleras, sobre todo relacionadas con la alteración de las leoninas condiciones que disfrutaban desde los tiempos de Gómez, en detrimento de los intereses nacionales. La postura firme de Medina Angarita, concretada en la Ley de 1943, le generó desavenencias con el departamento de Estado de Norteamérica, que tendrían sus consecuencias en los sucesos de Octubre de 1945. He acá la segunda analogía. Las tensiones geopolíticas, derivadas del hecho que los intereses geoestratégicos de los EEUU en el creciente mayor (Asia Central y Península Arábica) se han visto afectados y con ello, la disponibilidad de proveedores seguros de petróleo, sumado a la acción efectiva de Rusia en la zona, atentando contra los esfuerzos de los Imperialismos Colectivos de redibujar el mapa político de la zona, desintegrando Siria, el norte de Irak, entre otras ideas; ha derivado en una nueva mirada hacia su “patio trasero”, momentáneamente descuidado ante las tesis del unilateralismo globalizante de las gestiones de los Bush (padre e hijo), de Clinton y de Obama (1991-2016). Son las tesis de Zbigniew Brzezinski, principal asesor en política exterior desde los tiempos de Jimmy Carter (1977-1981) y fundador de la Comisión Trilateral, base actual del Imperialismo Colectivo (EEUU, Unión Europea y Japón), las que privan en este momento. Es posible entender en un contexto de influencia de este pensador, la “aparente” simpatía de Donald Trump por la Rusia de Putin, quién ha abogado por un “nuevo orden mundial”, que establezca una “gran zona de paz”, asegurada por la articulación de los intereses de las grandes potencias, evitando así que los EEUU siga perdiendo espacio. Es este contexto, el que explica la agresiva campaña del grupo de la súper élite norteamericana (sub-elites política, económica, militar) contra Venezuela. La tercera analogía, deviene del accionar de Rómulo Betancourt en la coyuntura de 1945, previo al Golpe de estado encabezado por la Unión Patriótica Militar (UPM) y el discurso del actual Presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, Diputado de Primero Justicia (PJ). El líder de Acción Democrática (AD), estuvo comprometido (y en contacto) con los militares complotados contra Medina Angarita, desde el mes de junio de 1945, tal como lo manifiesta el propio Betancourt en el texto “Rómulo Betancourt: memoria del último destierro (1948-1958)” publicado por Ediciones Centauro (1982). Hay que recordar, que ya se venían dando diálogos entre diversas organizaciones opositoras a Medina Angarita, a efectos de construir una candidatura de consenso. En el caso de Julio Borges, es bueno recordar el papel que tiene el partido PJ en las negociaciones (interrumpidas por ahora) entre la MUD y el Gobierno, con el apoyo del Vaticano. Pero la analogía va más allá, y es lo que resulta interesante (y preocupante). Tanto Betancourt como Borges hoy, mantuvieron un discurso provocador que enunciaba acciones no institucionales. El flamante Presidente de la Asamblea Nacional, dijo en su intervención para Juramentarse, lo siguiente: "Tenemos el propósito de un cambio radical. Necesitamos construir una Venezuela donde tengamos y seamos más, un país humanizado, donde se respete la dignidad de cada venezolano. Que el pueblo sea el dueño del petróleo, que estimulemos la inversión privada, el reto es desmantelar a este estado corrupto y construir una Venezuela productiva. Que se escuche la voz del pueblo es la primera misión de este Parlamento". Por su parte, Rómulo Betancourt el 17 de octubre de 1945, en un mitin en el Nuevo Circo de Caracas decía lo siguiente: «Somos un partido político que se ha organizado para que este pueblo aquí congregado, para que el pueblo venezolano vaya al poder y nosotros con ese pueblo a gobernar [...] para implantar un programa de salvación nacional». Coincidencia asombrosa? No parece. Ambos actores, en mi hipótesis (comprobada en el caso del líder de AD, por comprobar en el caso de Borges), estaban en plena agenda trasgresora, destinada a producir un cambio institucional en el sistema político venezolano. Cualquiera que lea, someramente pudiera alegar alarmismo, exageración de este historiador militante. Sin renunciar a mi militancia, pero en respuesta a esa duda razonable, respondería citando a ambos líderes políticos y a la preocupante (de nuevo) analogía entre sus estructuras discursivas. Veamos, Betancourt, cerraría el discurso del Nuevo Circo, con estas palabras que anunciaban la radicalidad que se concretaría al día siguiente: «A todo el pueblo venezolano, a todas las clases sociales venezolanas, a todos los que se sienten desvinculados de este régimen los llamamos a luchar por la consigna que en esta noche histórica de la nueva Venezuela dejamos sembrada en la conciencia del país: elecciones generales, presididas por un gobierno provisional, a fin de que mediante el sistema de sufragio directo, universal y secreto el pueblo venezolano pueda escoger a un Presidente de República y a un poder legislativo que sean los auténticos depositarios de la soberanía de la Nación». Por su parte, Julio Borges, señaló lo siguiente: "Nicolás Maduro al abandonar la Constitución, abandonó el cargo. Con esta decisión la Asamblea abre las puertas para que en Venezuela haya elecciones en todos los niveles, desde gobernadores, alcaldes, presidente de la república y ¿por qué no? , reelegir una nueva Asamblea Nacional, esa es la consigna, que el pueblo decida…Este rescate de la constitución pasa por el rol que jueguen los miembros de la Fanb a quienes debemos enviar un mensaje, recuerden su juramento, porque hoy Dios y la patria se lo demandan, que sean los guardianes y garantes de la Constitución, hermanos de la Fanb Maduro está fuera de la Constitución y eso es inaceptable. Permanecer en una actitud complaciente frente a la tiranía es negar su razón de ser. Es obligatoria la construcción de una nueva relación entre el pueblo y su Fuerza Armada Nacional. El país espera mucho de ustedes y en las puertas de la conciencia de ustedes está el pueblo venezolano que clama ser escuchado". Como se ve, ambos hacían llamados a elecciones, de forma tal que ese proceso dé al traste con las gestiones políticas de los gobernantes de turno (Medina Angarita en el caso de Betancourt, Nicolás Maduro en el caso de Borges).¿ Estamos ante una preocupación infundada?. La respuesta la obtendremos en el transcurso de este proceso, que avizora un 2017 lleno de conflictos, que esperemos no terminen, como ocurrió después del 18 de octubre de 1945, sumiendo al país en un proceso cruento y duro, por las posiciones extremas y los intereses partidistas individuales. Dr. Juan Eduardo Romero Historiador/politólogo Director Centro de Investigaciones y Estudios Políticos Estratégicos (CIEPES) Juane1208@gmail.com 5/01/2017

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DR. JUAN EDUARDO ROMERO (VENEZUELA)

Historiador, especialista en procesos políticos contemporáneos de América Latina. Docente e Investigador de la Universidad del Zulia en Venezuela. Profesor invitado en España, Francia, Italia, Colombia, Brasil, Nicaragua, Argentina, Ecuador, Cuba, México, Costa Rica. Investigador Nivel II del Programa de Promoción al Investigador (PPI) del Ministerio de Ciencias y Tecnología de Venezuela. Teléfonos (58) 261 7596253 (telfax oficina). (58) 4126543075 ( móvil). Correo electrónico: juane1208@gmail.com

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Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela
Doctor en Historia Social y Política Contemporánea. Profesor de la Universidad del Zulia, Venezuela. Especialista en Historia Contemporánea de América Latina. DEA en Gerencia Política y Gobernabilidad. Autor de más de 35 artículos sobre procesos políticos. Co-autor de seis Textos sobre Proceso Socio-político en Venezuela. Teléfono Telfax (58) 261 7596253, móvil (58)4126543075. E-mail: juane1208@gmail.com

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