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jueves, 6 de mayo de 2010

DESPUÉS DE LAS PRIMARIOS: PERSPECTIVA DE LO POLÍTICO PARA LAS ELECCIONES DE SEPTIEMBRE 2010

DESPUÉS DE LAS PRIMARIAS: RETOS POLÍTICOS

Ya se completo el ciclo: la Mesa de la Unidad Democrática (MUD??) y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) procedieron a elegir a sus candidatos. Aunque hablar de elecciones significaría equiparar las consultas, y sin lugar a dudas hay diferencias importantes.
En 1er lugar, hay una distancia por el tema de la concurrencia. Mientras que la elección de la MUD fue parcial, no sólo en el número sino en los espacios,; la del PSUV fue total: en cada uno de los 87 circuitos que conforman las circunscripciones electorales.
En 2do lugar, hay una diferencia en la forma de entender la democracia que quedo manifestado en las formas de concurrencia y resolución electoral. Para la MUD la lógica democrática preponderante, está asociada a lo que se denomina la teoría elitista de la participación. En esta interpretación la participación es democrática pero sólo entre los pocos que reúnan un conjunto de condiciones, entre las que resaltan la virtud que se asume como conocimiento entre iguales. Dicho así, es democrática la “elección” de la MUD pues se dio entre iguales: los miembros de los partidos que formaban la mesa. En respuesta contraria, el PSUV generó una consulta que se concretó en una cifra: más de 3500 pre-candidatos sometidos a la voluntad popular. Esos candidatos fueron penetrados, escrutados y analizados por las percepciones que los militantes tenían sobre ellos, para permitirles o no la representación.
En 3er y último término, hay una diferencia muy marcada en cuanto al tema de la transparencia electoral. El PSUV hizo público el total de concurrentes y las actas, así como las cifras; en cambio la MUD se reservo esa información. Subyace en este comportamiento otra muestra contundente del temor a la participación mayoritaria sin duda alguna. Ahora bien luego de las concluidas las primarias y más allá de estas diferencias vienen un conjunto de retos que deben ser asumidos.
Para el PSUV, se trata de ponderar el accionar de aquellos candidatos que como Calixto Ortega, María de Queipo, Rafik Souki, por sólo nombrar a diputados zulianos, tuvieron unos niveles de compromiso y responsabilidad política muy importante en el lapso 1998-2010. Creo que no puede ser puesto en duda el compromiso que asumieron, la demostrada capacidad política manifestada, pero a pesar de ello; las bases enviaron un mensaje claro: quieren mantener un contacto más directo con sus representantes y ello con la finalidad de profundizar en la construcción de la idea de democracia y su sombra siempre fiel: la participación. El PSUV y sus responsables políticos deben evaluar este mensaje que fue remitido en forma de la voluntad general por sus militantes. Es un mensaje acerca del propio futuro del proceso revolucionario y las oportunidades de profundización del protagonismo popular en lo que resta del siglo XXI.
Por su parte la MUD, tiene el reto de ver como construye un discurso que hable de democracia cuando más del 80% de los candidatos que presentan, no fueron fruto de una elección verdaderamente democrática. El reto de criticar a Chávez, sobre la base de un supuesto – o real- autoritarismo, se ve seriamente comprometido ante la dinámica mediante la cual “eligieron” a sus líderes. Este aspecto es más preocupante, sí se considera las apreciaciones que tanto Luís Vicente león – Datanalisis- como Alfredo Keller han hecho sobre las expectativas de los electores que se definen como antichavistas. Ambos coinciden que ese sector pide a gritos una propuesta alternativa y eso precisamente, es de lo que más carecen en estos momentos. Sí la MUD no logra articular una propuesta alternativa a Chávez, más allá de la simple asignación de culpas, estaríamos asistiendo a una situación en donde el PSUV aseguraría de nuevo la mayoría.
Esto que decimos no debe generar exceso de confianza en la dirigencia del PSUV, ellos tienen el reto de generar un debate acerca del tipo de socialismo que impulsan estos candidatos. Creo que debe pasarse en el seno del partido, del maniqueísmo del uso del rojo para demostrar el carácter revolucionario, a un verdadero debate de ideas sobre cómo impulsar y entender el socialismo del siglo XXI, que aun no existe y debe ser construido sí se quiere mantener los espacios que se han conquistado. De lo que hablamos es una dinámica que conduce finalmente a pensar la vida democrática en las zonas que menos han sido debatida: en los espacios internos de las organizaciones partidistas. Sí vemos los procesos de los dos (2) últimos domingos, notamos una misma expresión: antichavistas y chavistas coinciden en que es importante el espacio de opinión a lo interno de las estructuras de participación ciudadana. Es decir, ambos coinciden – por encima de sus diferencias de apreciación ideológica- que la consulta entre los militantes es el mejor vehículo para dilucidar la forma de conducir la política en el hoy.
Construir la democracia a partir de estos procesos internos, tendrá su impacto en la propia vida social del venezolano. Ambas fuerzas se debaten en el campo de lo propositivo: el PSUV en sugerir un modelo socialista y la MUD, en sugerir una alternativa al agotamiento de la democracia representativa. Como sea, ambas actitudes es una ganancia y un avance para la vida política y para la representación de la democracia.


Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
05/05/2010

El 19 de abril y el proceso venezolano actual

EL 19 DE ABRIL Y EL PROCESO VENEZOLANO ACTUAL

El tema del Bicentenario ha desatado los demonios historiográficos contenidos durante muchos años. Desde los inicios de la Academia Nacional de la Historia en los años finales del siglo XIX, en torno al 19 de abril de 1810 se tejieron un conjunto de interpretaciones que en la actualidad, estamos poniendo en duda los historiadores que conformamos esa generación intermedia, formada por los que fueron grandes maestros, tales como Manuel Caballero, Germán Carrera Damas, Elías Pino Iturrieta, entre otros insignes intelectuales, pero de cuyas interpretaciones hemos tomado distancia respetuosa.
Todos ellos coinciden en avalar la construcción de la historia que sobre esos acontecimientos ha surgido como dominante y que en grandes rasgos podemos caracterizar: 1) los sucesos de 1810 no son un proceso revolucionario, pues no modifican en nada el orden socio-político; 2) el protagonismo de esos procesos recae sustancialmente en los blancos criollos y 3) no hay una participación popular propia, y sí la hay es producto de la influencia de los acontecimientos en Europa.
Todas estas características se conjugan para estructurar un discurso de la dominación. Es la lógica de una semántica que desde siempre se ha expresado en la historia del mundo: la semántica de la dominación versus la semántica de la resistencia. Cuando se dice que el 19 de abril no había pueblo, se dice que ese pueblo no participa pues no es capaz de entender el significado del momento histórico. Subyace en el planteamiento la base justificativa de la dominación y la exclusión social. El pueblo, en su ignorancia, no es proclive a asumir actitudes esclarecedoras en lo que respecta a su destino histórico; y como lógica continuación a esta dialéctica de la dominación, el pueblo sólo puede ser conducido por un líder preclaro. El fin es siempre el mismo: asegurar la obediencia debida y la sumisión. Por eso cuando desde el Centro Nacional de la Historia (CNH), la Comisión Nacional del Bicentenario (CNB) y el Archivo General de la Nación (AGN) se dice que debemos avanzar en una resemantización de la historia la respuesta de la Academia Nacional de la Historia (ANH) es contundente: ¡¡hay peligro para el futuro de Venezuela¡¡. Estamos de acuerdo con la ANH, hay peligro: el peligro que socialicemos el sentido histórico de los pueblos. El peligro que se asuma la historia más allá de la fechalización y la emeritización del acontecimiento, o lo que es lo mismo, el peligro que les hagamos entender a nuestros estudiantes de historia, que no todo es héroes, batallas y memorística. Que la historia tiene una relación con el hoy, a través del compromiso de la comprensión y el entendimiento.
La historia que se impulsa, es una historia que hace visibles a los sujetos subalternos, desaparecidos, que no están presentes en los manuales y en los discursos oficiales de la ANH y menos aun, de las investigaciones librescas de los académicos universitarios. Por eso el proceso de análisis que se plantea acerca de los sucesos del 19 de abril de 1810 genera tanta resistencia por parte de los sectores más conservadores de la historiografía venezolana.
Se preguntará el lector: ¿qué caracteriza esta interpretación que sobre el 19 de abril se genera en el CNH y el AGN? La respuesta es múltiple. Se asume el 19 de abril como un proceso de continuidad desde la categoría de resistencia, que se entiende como una dinámica de rebeldía y sublevación, con expresiones o acciones más o menos contundentes en un determinado momento histórico, pero que mantienen su carácter de oposición a la dominación. En esta clave, los sucesos de abril de 1810, son vistos como una dinámica que obedece a un proceso en la larga duración, de resistencia a la dominación europocéntrica que se genera en Nuestra América desde el siglo XV y que continua hoy en día, con las resistencias anticapitalistas que se expresan en la lucha de los movimientos sociales en torno a la defensa de la Pacha mamá.
La interpretación que se construye hoy, insiste en el rescate de las memorias por el valor histórico y cultural que implican. Hablar de memoria, es hablar de identidad, es hablar de sentido de pertenencia, es hablar de conciencia y es hablar de soberanía, más allá de un concepto político restringido a un espacio limitado. Hoy, los sucesos de abril de 1810 se conectan con el presente vivido en tanto ambos son manifestaciones de resistencias a la dominación. Manifiestan ambos momentos la confrontación entre la dialéctica del opresor versus la dialéctica del oprimido. Y en ese debate discursivo, los oprimidos exigen ser visibilizados a través de la participación que han tenido y para ello, la recuperación de las memorias de la resistencia es vital. Por eso, el sacar los Archivos de Francisco de Miranda y Simón Bolívar de la ANH, para ser llevados, cuidados, digitalizados y compartidos a través del trabajo de los amigos del AGN es tan importante. Hay todo un entramado simbólico detrás de la recuperación de esos archivos. Se trata de la recuperación misma del carácter colectivo y democrático de la memoria histórica, que ha sido secuestrada por los expertos historiadores, quienes son los únicos en conocerlos, manejarlos y entenderlos.
Se asume, que el 19 de abril de 1810 tiene un carácter doble, en su significado de lucha: es anti-imperialista y anti-capitalista. Esas dos (2) condiciones están presentes en el accionar del subcontinente hoy, y por lo tanto, hablamos de una conexión entre ese ayer de héroes – divinizados para alejarlos de la interpretación social colectiva- y el proceso de resistencia y rebelión que se concreta en la articulación de los anhelos de soberanía plena que subyacen en los discursos de Evo Morales, Rafael Correa, Lula, Hugo Chávez y los colectivos sociales que le dan sentido y sostenibilidad a las propuestas de liberación. De nuevo, asistimos a una manifestación objetiva de la lucha entre el discurso de la dominación contra el discurso de la liberación, y siguiendo a los teólogos de la liberación, para liberar al oprimido hay que liberar también al opresor. Liberarlo, significa exaltar su condición humana. Sí existe una cuestión que debe ser globalizada, ella es la humanidad, sólo la globalización de la humanidad, de la ciudadanía nos asegura nuestra supervivencia en todo este siglo XXI y más allá.
Se asume, que el 19 de abril, marca la manifestación de una lucha que tiene conexión con el ayer y con el hoy, visto desde la óptica de una deuda en torno a la construcción y definición en el SER y el HACER. Ser y hacer en la condición humana, en el equilibrio con nuestro universo. SER y HACER en la integración de saberes, en la solidaridad. La Revolución hoy, tiene un nuevo significado; que completa y expande las representaciones que se hicieron en el ayer sobre la revolución. Estas revoluciones de hoy, no son ya restringidas a libertades políticas o económicas, tales como lo impulso la lógica liberal en el siglo XIX. Las revoluciones del siglo XXI tienen un carácter más profundo, más humana, pues se tejen sobre el anhelo de profundizar en el encuentro de nuestra humanidad, que tan alienada está en este desbordante mundo de consumo.
El 19 de abril de 1810, tiene sentido en el hoy a través de ese compromiso que pasa por la socialización y democratización de la historia, que tan peligrosa resulta para los intereses que representa la ANH.
Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
05/05/2010

200 AÑOS DE PROBLEMAS NO RESULETOS EN LA HISTORIA DE LATINOAMÉRICAB

Clase Magistral

“200 AÑOS DE PROBLEMAS NO RESUELTOS EN LA HISTORIA DE LATINOAMERICA”

Dictada por
Dr. Juan Romero

El 20 de abril de 2010, en el Auditorio Carlos Marx
de la Universidad Bolivariana de Venezuela, Sede Zulia


(Grabación y transcripción
José Javier León
joseleon1971@gmail.com
www.josejavierleon.blog.com.es)


Agradezco profundamente a la UBV los espacios que nos ha brindado. Tengo además un compromiso en este Bicentenario. Todos saben y a quienes no lo sepan, les informo que soy historiador y además historiador formado en una matriz bastante distinta de lo que ha sido la matriz tradicional de interpretación histórica, y eso nos ha llevado a ir desarrollando algunos elementos muy importantes desde el punto de vista conceptual en torno a este Bicentenario.
Yo quiero comenzar mi intervención esclareciendo algo que se sigue marcando en los medios de comunicación, si ustedes vieron buena parte de los medios de comunicación ayer y hoy, hay dos grandes matrices o dos grandes temas de agenda, primero que «no hay nada que celebrar, absolutamente nada» y segundo que «si hay algo que celebrar es el hecho que la revolución del 19 de abril fue una revolución de blancos, de mantuanos». Eso no es fortuito, eso forma parte de una matriz de interpretación histórica impulsada desde la Academia Nacional de la Historia (estamos enfrentados precisamente a ellos), y es así porque esa matriz obedece, a mi modo de ver, a dos semánticas distintas, la semántica o discurso de la dominación, de la opresión, la coacción, versus la semántica del discurso de la liberación, de la reafirmación de la humanidad. Y es que si quisiéramos resumir la historia de la humanidad, la podemos resumir en torno a la lucha entre esas dos semánticas, la semántica del opresor que explota, que subyuga, que oprime, y la semántica, la dialéctica del que resiste, del que insurge, del que se rebela, del que se opone a la desestructuración de sus dinámicas, y es efectivamente la lucha entre esas dos semánticas la que hemos visto en la historia de la humanidad.
Pero, lamentablemente y esto es importante también decirlo, esa semántica no se ve en los libros de textos con los cuales enseñamos historia a nuestros alumnos, no se ve en los libros de texto de su hermanito, de su sobrino, de su ahijado, de su nieto, de su hijo. La semántica que está vertida en los libros de textos oficiales, y ese ha sido y se lo he dicho en las oportunidades que he visto a Aristóbulo, o cuando he coincidido con el ministro Navarro, se los he dicho, que ese ha sido el gran error y la materia pendiente de esta Revolución Bolivariana. Nosotros no hemos cambiado para nada los materiales didácticos con los cuales seguimos impartiendo clases. Si hablamos de construir un «hombre nuevo», y hablamos de construir un «nuevo republicano», si hablamos de construir un «nuevo ciudadano», los libros con los que enseñamos a ese supuesto hombre nuevo siguen reflejando al viejo republicano, al viejo ciudadano, una vieja lógica de la dominación, por lo tanto insisto (que) no hemos hecho gran cosa al respecto.
Y en el caso específico del proceso histórico venezolano la Academia Nacional de la Historia se ha hecho a la tarea de imponer esa lógica de la dominación, y nosotros sutilmente irla aceptando, y la aceptamos cuando repetimos frases como ésta… Ayer escuché al presentador oficial del discurso decir que «se iba a dar inicio a los actos de la declaración de la independencia», y me desestructuré como buen historiador que soy, porque eso puedo aceptar que lo diga alguien que no esté cercano al gobierno, que no esté articulado, pero alguien que esté articulado, y repita el mismo discurso de la dominación, no tiene ningún sentido. Lo que celebramos ayer, lo que comienza a celebrarse ayer, es el inicio contundente de la ruptura del nexo imperial y el labrado del camino de la independencia.
Además, y esto es importante, y desde la Comisión Nacional del Bicentenario lo hemos venido discutiendo con profunda seriedad, está el tema de establecer, desde esa semántica del opresor versus la semántica de la liberación, una unidad que existe, porque si bien ustedes ven que toda América Latina celebra el Bicentenario en estos momentos, en todo este año, (porque) en mayo ocurre en Argentina; en 1808 ocurrió en Quito la Primera Junta o el primer intento de Junta; en Montevideo; en septiembre en México; y así vamos en todo este año; si bien esto es así, yo llamaba a la reflexión sobre este hecho: en el año 2004 se celebraron 200 años, (es decir) el bicentenario de la primera revolución negroide exitosa en América, que fue la revolución de Haití. Yo no vi actos de conmemoración como los que estamos viendo ahora. ¿Por qué no vimos actos de conmemoración tan significativos como los que vemos ahora? Porque los negros en esa lógica de la dominación no hacen revolución, porque la revolución es parte de la semántica, de la construcción epistémica de la ciencia del blanco, y sólo el blanco es capaz de articular en esa lógica de la dominación un discurso coherente, y por lo tanto no se podía celebrar en el 2004 el bicentenario de una revolución surgida desde un espacio contrahegemónico, desde una lógica contrahegemónica, desde una semántica de la liberación. ¿Ustedes ven que pasó por debajo de cuerda? Fue un asunto casi doméstico de discusión entre historiadores el tema del Bicentenario de Haití, pero yo no vi manifiestos de los cabildos, no vi pronunciamiento de gobernaciones, no vi pronunciamientos ni discursos de los presidentes, no lo vi, y eso significa y es lo preocupante que el discurso de la dominación, esa semántica de la dominación, sigue caminando y arrastrándose entre nosotros sin que lo sepamos, y la única forma de deconstruirlo es denunciarlo y reconstruirlo a partir de su propia negación.
¿Por qué digo además esto? Porque desde la Comisión Nacional del Bicentenario y la Comisión Estadal de la cual me honro de ser asesor vemos con profunda preocupación que incluso historiadores nuestros se quedan en lo que llamamos la «fechalización» y la «emeritización». Yo tengo grandes amigos historiadores profundamente comprometidos con este proceso, que no tengo nada que dudar de su compromiso, pero su discurso histórico, y coincidimos hace 15 días en una reunión con el Presidente, era el mismo cuentito de Emparan y todo ese proceso. A mí esa historia no me sirve y no me sirve no porque quiero ignorarla, sino que no me sirve porque sin saberlo esos compañeros comprometidos están repitiendo ese discurso de la dominación que estamos enfrentando y que hay que enfrentar, no sirve de nada hablar.
Escuchaba a una de estas profesoras amigas hablar de la importancia de la abdicación de Bayona para explicar este proceso, y le decía yo «¡carajo es que no te das cuenta que lo que tú estás diciendo es que este proceso de insurgencia nuestro no sería posible si en Bayona, en Europa no se daba esa vaina! ¡¿Es que aquí no ocurría nada?!» Y me decía, es que no podemos ignorar el contexto internacional. Una cosa es no ignorar la oportunidad política del contexto internacional y otra cosa es ignorar que desde la propia irrupción del europeo hay un proceso de resistencia y que las exigencias de Guaicaipuro, de Nigale, de todo ese conjunto de compañeros indoamericanos tiene que ver con un planteamiento sustancial que va a ser parte del discurso de la emancipación, que es el derecho a la propia condición humana, y por lo tanto ese discurso de la emancipación que sí se vale, que sí se significa porque era escrito, resulta que ya estaba ahí en nuestra presencia indoamericana, y cuando decimos nuestros historiadores que la revolución de abril no hubiese sido posible sin la consecuencia del tratado de Tratado de Fontainebleau en 1807 y la Abdicación de Bayona de 1808, estamos sujetando la dinámica propia del cambio y la contradicción a un hecho europocéntrico. Si eso no es reproducción del discurso europeo, díganme ustedes qué es.
Y por lo tanto, los que estamos sosteniendo desde la comisión nacional es que este bicentenario que iniciamos es un ciclo, un ciclo que además hay que conectar con esa lucha de la resistencia, porque la motivación es la misma, está imbuida dentro de la confrontación entre la semántica de la dominación y la semántica de la liberación. Y en esa lógica, en ese planteamiento hay que entender por lo tanto las rebeliones de Andresote, la insurgencia de José Leonardo Chirinos, el proceso de los Comuneros, que se nos olvida. A nosotros se nos olvida que un conjunto de blancos de orilla en 1780 organizó una experiencia extraordinaria que sólo va a tener parangón en la comuna de París de 1800 y se nos olvida, y es una experiencia americana, nuestramericana, ¡ah, pero nadie la nombra! No significa que ignoremos el aporte de Miranda y su planteamiento de la Colombeia, en absoluto, yo no estoy diciendo eso, lo que estoy diciendo es que hay un conjunto de indicadores, un conjunto de rasgos que en esa dialéctica de la confrontación entre la dominación y la liberación están presentes desde mucho antes del 19 de Abril, y eso significa por lo tanto que la lucha continúa, que la lucha tiene sentido, y que en ese sentido de materias pendientes, de dialécticas de la liberación versus dialécticas del oprimido, tenemos que seguir construyendo y reflexionando.
Pero además, quiero decir algo que es sustancial, la Academia Nacional de la Historia, llámese Academia Nacional de la Historia de Venezuela, llámese Academia Nacional de la Historia de Colombia, llámese Academia Nacional de la Historia de México, llámese Academia Nacional de la Historia de Perú, cualquiera de las academias nacionales de la historia tiene el mismo discurso: las revoluciones de 1810 fueron revoluciones de blancos. Y revísenlo, revísenlo en los libros de texto. Pero voy más allá, hasta las representaciones pictóricas. Busquen las dos grandes representaciones pictóricas sobre los dos procesos que son iconos de la independencia, 19 de abril de 1810, 5 de julio de 1811, los dos cuadros de Juan Lovera, vean con detalle los cuadros de Juan Lovera y señálenme una sola mujer que aparezca, señálenme un solo mestizo que aparezca pintado, un solo negro, un solo zambo, un solo indígena, búsquenme uno solo, cuéntenmelo, les permito los dedos, estos dos y les sobran los dos. No hay ni uno, porque en la representación pictórica también hay la representación de la dominación, y resulta que entonces también en nuestros actos reflejamos la pintura de Juan Lovera del 5 de Julio y del 19 de Abril, sin darnos cuenta que en esa pintura está también subjetivamente la dominación, porque esa pintura invisibiliza a los sujetos sociales y ese es precisamente el interés de la historia de la dominación, invisibilizar, desaparecer a los sujetos sociales.
Y se ha logrado, lean el Acta del 19 de abril de conformación del gobierno y usted verá cómo nombran a Vicente Emparan, cómo nombran a José Cortez de Madariaga, cómo nombran a José Félix Ribas, representante del gremio de los pardos (si José Félix Ribas era pardo yo soy catire de ojos azules con cabello y frondosa cabellera además) ¿Y por qué sucede efectivamente eso? Ah, porque en la lógica colonial los pardos y los negros no hacen la revolución, no aparecen en la revolución y ese discurso lo hemos venido reproduciendo.
Y esta generación a la cual pertenezco, que es una generación intermedia, que tuvo profesores de gran valía pero que hoy estamos confrontados, hoy están en la acera del frente y nosotros de este lado confrontándonos dialécticamente, Elías Pino Isturrieta, Manuel Caballero, Manuel Suzzarini, Ángel Lombardi, un conjunto de individuos a los que le debemos… el propio Agustín Blanco Muñoz, gran amigo y compañero, pero que estamos enfrentados dialécticamente hoy, esa generación nunca dijo algo sobre lo cual mi generación sí reflexionó. Desde que yo era estudiante y trabajaba como asistente de investigación de Ángel Lombardi padre, sabíamos que la Academia Nacional de la Historia tenía 15 tomos de este color (con las dos manos hace un gesto para señalar unos 20 centímetro de grosor) para que ustedes tengan idea, que reúnen lo que se llama Expedientes sobre Juicios e Infidencias entre inicios del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. Para explicarlo para que los que no son historiadores y no tienen que cubrir lo que nosotros llamamos «horas nalga» es decir horas sentados en un archivo leyendo documentos, los historiadores decimos que a nosotros nos pagan por «hora nalga», (porque) tenemos mucho tiempo trabajando con «esas cosas», resulta que los juicios de infidencias jamás habían salido a la luz pública, los tenía la Academia Nacional de la Historia desde su fundación allá por el año 1888. ¿Por qué la Academia Nacional de la Historia, nos preguntábamos nosotros, nunca hizo una reseña de un documento, nunca presentó un paper en un congreso, nunca publicó un libro sobre los juicios e infidencias? Algo debe pasar, decíamos. Cuando comenzó todo esto de la conformación de la Comisión del Bicentenario que comenzó realmente cuando se conformó la comisión muy amplia sobre la investigación sobre la muerte de Bolívar y tuve el honor de que me invitaran a formar parte junto con otros historiadores de mi generación, nosotros planteábamos en una reunión con el Presidente la necesidad de rescatar algunos archivos que están en manos de los Boulton, en manos de la Academia Nacional de la Historia, e hicimos especial énfasis en los juicios de infidencias, porque el olfato nos decía que algo había allí para que los tragalibros de la Academia Nacional de la Historia no hubieran publicado nunca ni una línea, y le insistimos al Presidente durante más de un año y nada. En octubre del año pasado finalmente nos dio respuesta, emitió un decreto, el decreto llegó a la Academia Nacional de la Historia, la gente del Archivo General de la Nación con mi buen amigo Luis Pellicer, investigador contemporáneo conmigo, tomó posesión de los 15 tomos y comenzamos a trabajar, a leer, a transcribir de la paleografía española característica del siglo XVIII, muy compleja, primero a mano y después a computadora, después el proceso de escaneado. Llevamos apenas, de los 15 tomos, cinco tomos escaneados y transcritos y nos hemos conseguido con cosas como esta...
De nuevo insisto en eso de la invisibilización, por que allí aparece Emparan, aparece José Cortés Madariaga, aparece José Félix Ribas, aparece Lino de Clemente, protagonizando el hecho, pero no aparecen los blancos de orilla, no aparecen los negros, no aparecen los pardos, no aparecen los indios, no aparecen los mestizos. Pero resulta que en los juicios de infidencias sí aparecen. Y cuando estamos trabajando ahora recientemente en el inicio del tomo VI, el primer juicio que nos conseguimos en el tomo VI, expediente XVI, del archivo de infidencias y juicios, es un proceso a un tipo común, Carlos Sánchez, 50 años, carnicero, pardo, es decir hijo de negro o negra con india o indio, y cuando comenzamos a leer el juicio nos llama profundamente la atención, como todos ustedes saben primero hay una declaración acusadora por parte del fiscal, cuando comenzamos a leer y a trascribir la paleografía del siglo XVIII el juicio a Carlos Sánchez, repito, carnicero, imagínense ustedes oficio más vil en la lógica de la dominación colonial que alguien que trabaja destazando reses, se llena de sangre y huele todo el día a carne putrefacta, no hay nada más vil en la lógica profundamente de castas de la sociedad colonial que el oficio de carnicero. Pero resulta que Carlos Sánchez, de 50 años, pardo, iletrado, sin dinero, es el capitán de las milicias de pardos, es el capitán de las milicias que fueron creadas cuando los corsarios y piratas comenzaron a invadir la capitanía general de Venezuela y se vieron en la obligación, porque los blancos criollos y los blancos peninsulares eran muy poquitos, de conformar milicias de pardos.
Y Carlos Sánchez, ese carnicero de 50 años, que no sabía leer y escribir, que era pardo, resulta que era el capitán de las milicias de pardos del 19 de abril de 1810, y cuando el fiscal lee las argumentaciones por las cuales va a juicio, dice que Carlos Sánchez, de 50 años, de oficio carnicero, casado, va a juicio por haber sido infiel al rey y haberse atrevido a posar sus manos y a detener bajo coacción al capitán general de Venezuela Vicente Emparan.
¡Señores, eso significa que no hay un coño de 19 de abril sin Carlos Sánchez! Pero como Carlos Sánchez era carnicero y pardo, e indigno, no podía aparecer firmando, Carlos Sánchez fue el responsable de apresar a Vicente Emparan cuando salió de la Catedral de Caracas de la misa de Semana Santa y de llevarlo detenido bajo coacción a cabildo abierto, donde ahí sí aparecen los blancos para decir que no aceptaban su imposición. Pero resulta que en el acta del 19 de Abril no aparece Carlos Sánchez, resulta que en nuestros libros de historia Carlos Sánchez no existe, resulta que si no le quitamos los archivos a la Academia Nacional de la Historia no sabemos que Carlos Sánchez existe, y eso hoy tiene un peso importante. Porque cuando decimos hay 19 de abril gracias a pueblo y a Carlos Sánchez estamos diciendo que las revoluciones las hacen los colectivos, y que la revolución carajo no la hacen los blancos, que la revolución no es una vaina exclusiva de los letrados, que la revolución es un acto colectivo que se reconstruye a sí mismo, y eso es lo que se está diciendo, y entendimos entonces por qué la Academia Nacional de la Historia mantuvo férreamente controlado ese archivo de juicios e infidencias, y entendemos entonces buena parte de la posición que nos confronta hoy en día con la Academia Nacional de la Historia, porque eso significa que así como eso sucedió en la Junta de Caracas, pudo haber sucedido en la Junta de Colombia, pudo haber sucedido en la Junta de México, pudo haber sucedido en la Junta de Buenos Aires, pudo haber sucedido en la Junta de Quito, porque en todas ellas, en toda Nuestramérica, y ese es otro término sobre el cual voy a deliberar, (sobre) las conceptualizaciones con las cuales nos identificamos, en ese espacio de Nuestramérica el 85 % como mínimo eran pardos, mestizos, negros, indígenas, no eran blancos, y es lamentable porque además, en los libros de historia de todos esos espacios de Nuestramérica se repite que la revolución la hicieron los blancos.
Y así como conseguimos ese juicio de infidencias hay juicios de infidencias también retenidos en Colombia, en Brasil, en Chile, en Argentina, en La Habana, en Puerto Rico, en México, en Costa Rica, en Uruguay, en Paraguay, en Nicaragua, en El Salvador, en Panamá, en Sevilla, (allí) deben estar esos juicios de infidencias y precisamente una de las primeras obligaciones que tenemos es que estamos preparando la edición de 400 mil ejemplares de los documentos transcritos de los juicios de infidencias, porque quién ha dicho que somos nosotros los historiadores la única voz autorizada para escribir la historia. Yo no lo he dicho, jamás lo he sostenido, creo -como decía Aquiles Nazoa- en los poderes creadores del pueblo, creo en las posibilidades de la construcción, y tanto es así que lo he visto. Voy a introducir aquí una pequeña anécdota: el día viernes hicimos una convocatoria a través del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y la Tecnología y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a un conjunto de colectivos, de maestros, de miembros de los Centro de Reflexión Comunitaria de Fundacite, de las Redes de Innovación Productiva, de las Redes de Alfabetización Tecnológica, y acudieron 350 maestros, líderes comunales, líderes comunitarios, al MACZUL. A las 9 y media comenzamos la actividad con un discurso de reflexión mucho más corto que este que estoy dando y que les prometo que será corto para que interactuemos, y los organizamos en grupos a partir de un conjunto de palabras sobre las cuales reflexionar: paz, solidaridad, ciudadanía, estado, nación, república, independencia, revolución, insurgencia, insubordinación, libertad. Después del mediodía, a eso de las tres de la tarde, ya habíamos terminado y ellos habían hechos sus carteles para presentar la experiencia, se paran los compañeros de la mesa de «paz» que habían hecho una presentación extraordinaria diciendo cómo entendían ellos la paz, diciendo que entendían la paz como respeto a las leyes, respeto a la condición humana, y se para una compañera wayuu, sequita por el hambre, chiquita por las penalidades, de La Sierrita, una localidad del municipio Mara, y se para ella después que intervienen sus compañeros, solicita la palabra y dice «profesor, ¿puedo intervenir?», «cómo no, intervenga». «Yo voy a diferir de mis compañeros, aunque estoy de acuerdo con lo que ellos dicen yo creo que hay algo esencial que nos falta a nosotros para construir la paz» y dice ella «no hay paz si pasamos hambre». Una compañera wayuu, que apenas si ha terminado con la Misión Robinson (de) asimilarse culturalmente al manejo de la imposición que implica el dominio del castellano, pero para ella la paz no es leyes, la paz es no pasar hambre. Yo le decía al compañero Nelson Márquez de Fundacite que escuchando eso yo pensaba que tenía que empaquetar mis maletas e irme a vivir en una playa porque no tengo nada que hacer en un aula de clases, cuando los colectivos son capaces de construir conceptos tan sólidos como esos.
Y eso me recuerda otra anécdota, como les dije, hace 15 días coincidíamos en Caracas en el Coloquio “De Abril a Abril, alcances de una revolución”, que reunió a todos los que hemos formado lo que llamamos la red de investigación y memoria de historiadores por el Bicentenario, que reúne en estos momentos a cerca de 50 académicos de diversas universidades y cerca de 450 líderes comunitarios de diversas partes del país, que estamos articulando en torno a las actividades del Bicentenario, y después que tuvimos el debate en el Palacio de Santa Rosa de Lima donde está el acta del 19 de abril, diagonal a la Catedral ahí mismo en la plaza Bolívar, y diagonal al edificio La Francia recientemente expropiado, decidimos trasladarnos a una comunidad muy populosa llamada Sarría, y en Sarría, una zona con una gran vivencia en organización, comenzamos a deliberar sobre estos conceptos. Y discutiendo nosotros sobre cómo entendíamos la independencia nos solicitó la palabra una mujer humilde, como de unos 75 años, marcada por el esfuerzo de la vida. Nosotros hablábamos de independencia, de condición humana, hablábamos de independencia como soberanía plena, pero ella pide la palabra y le damos la palabra, y cuando interviene comienza diciéndonos «profesores yo a ustedes los respeto mucho, los considero mucho, sé que ustedes son hombres y mujeres muy serias, pero la independencia de la que ustedes hablan yo nunca la he visto, yo no he sido independiente para haber evitado que dos de mis cinco hijos se me murieran de hambre, yo no he sido independiente para haber logrado culminar la primaria que nunca pude, yo no he sido independiente para haber logrado que mis hijos terminaran el bachillerato, yo no he sido independiente para no tener que trabajar lavando y planchando en casa de ricos toda mi vida para medianamente darle vida a mis hijos, por lo tanto profesores esa independencia de la cual ustedes me hablan es completamente irreal desde mi punto de vista». Nosotros hicimos como Condorito, ¡plof!, y después dicen que el pueblo no es sabio, después dicen que sólo desde la academia se produce conocimiento, y hay que escuchar a esos colectivos reflexionando sobre conceptos como estos para entender la enorme capacidad que tienen, y esto es clave en esta coyuntura, esto es clave en este momento histórico de América Latina, esto es clave para los retos que tenemos en la actual circunstancia histórica, porque se trata de un hecho importante, de un hecho significativo que tratamos de impulsar en esta discusión del Bicentenario:

1. Democratizar la historia
Queremos sacar la historia de los cubículos donde los historiadores cobramos por hora nalga cumplida, queremos salir de esa lógica, queremos que desde las colectividades, desde una visión retrospectiva, desde el hoy hacia el ayer, reconstruyamos esos manuales tan enmarcados en la lógica de la dominación, porque en esos manuales hay sectores invisibilizados y la invisibilización, la desaparición en esos manuales no es fortuita, es un mecanismo de dominación, es un mecanismo de control.

2. Un Ciclo Bicentenario
Nosotros asumimos el Ciclo del Bicentenario, y esto es importante decirlo, es un ciclo, no es sólo hoy el 19 de abril de 1810, sino que en el 2011 celebramos el bicentenario del 5 de julio de 1811, en el 2012 la pérdida de la Primera República, en el 2013 el bicentenario de la Campaña Admirable, en el 2014 el bicentenario del Decreto de Guerra a Muerte, en el 2015 la toma de Angostura, en el 2021 el bicentenario de la Batalla de Carabobo, en el 2026 el bicentenario de la convocatoria al Congreso Anfictiónico, en el 2030 el bicentenario del fallecimiento del Libertador. Es un ciclo bicentenario, es un ciclo que debe producir una profunda reflexión, una profunda reconceptualización desde el punto de vista del conocimiento y la epistemología de esa historia tan manipuladora, de esa historia tan cómoda, y dejar que las conferencias, que nuestros escritos, incluso (los) de nuestros historiadores nos echen el cuentico del Tratado de Fontainebleau entre Napoleón y Carlos IV que permitió la abdicación de Bayona en 1808, que permitió el surgimiento de las Juntas Conservadoras de los Derechos de Fernando VII, y que permitió las firmas de las actas de conformación de los gobiernos provinciales.

3. Ir más allá de la «fechalización» y la «emeritización».
Se trata, insisto, de ir más allá de lo que llamamos la «fechalización» y la «emeritización» que nos encierra y hace que esa historia sea ajena a nosotros, que la veamos lejana y que nos importe un bledo, que no nos interese absolutamente nada, porque en esa lógica no tiene valor, porque ahí no aparecemos, esa historia no está vestida de colores, esa historia no tiene diversidad étnica.

4. Dominación versus Liberación
En cuarto lugar, porque superar la fechalización y la emeritización es nuestro tercer gran objetivo en este Ciclo Bicentenario es plantear la reflexión sobre el Bicentenario como una dicotomía, la dicotomía entre la semántica de la dominación versus la semántica de la liberación, y ver esa dicotomía en un marco de larga duración temporal, más allá del hecho mismo de la fecha de 1810 o de 2010, y verlo en el proceso histórico nuestromaericano y mundial.

5. Desmontaje del cientificismo europocéntrico
En quinto lugar, y no por eso menos significativo, nos hemos trazado como objetivo el desmontaje de la mentalidad científica importada, de esa epistemología histórica que hace ver que los procesos que se dieron en nuestramérica son consecuencia de lo sucedido en Europa, que nuestras constituciones son unas constituciones consecuencia del debate que va a producir la promulgación de la Constitución de Cádiz de 1812. Y nuestros historiadores, porque además debo decirlo son nuestros historiadores militantes que lo dicen, no se dan cuenta de la trampa ideológica que subyace en el planteamiento cuando hacemos la historización, cuando reconstruimos históricamente el proceso desde la óptica esencialmente europea.
Nosotros nos negamos a esa dinámica, nos negamos a construir y a pensar el Ciclo Bicentenario desde la lógica de la dominación, desde la lógica de la mentalidad científica europea, y plantemos una ruptura epistémica con esa mentalidad científica europea, y por lo tanto decimos la ciencia no es neutra, y «no nos asumimos neutros» como decía Benedetti. Bienvenida la neutralidad de Octavio Paz, bienvenida la neutralidad de Manuel Caballero, bienvenida la neutralidad de Manuel Suzzarini, bienvenida la neutralidad de Ángel Lombardi, que sean felices siendo neutros, pero yo no voy a contribuir a hacer una historia neutra, creo en la historia comprometida, y comprometida sobre estos preceptos epistémicos que estoy diciendo. ¿Que no soy neutro?, me alegro de no serlo.

6. Nuestramérica
Por otra parte, y esto nos lleva en sexto lugar, a sostener lo que llamamos la reivindicación de la identidad nuestramericana, porque las dos denominaciones que han sido dominantes son parte de esa mentalidad científica importada. Cuando hablamos de América Latina hablamos del concepto de americano esbozado por los franceses y que se comienza a construir a partir de la invasión a México de Maximiliano. Cuando hablamos de iberoamérica y de hispanoamérica lo hacemos también desde la lógica de la dominación hispana y no nos damos cuenta y lo repetimos, y por eso, siguiendo a Martí, nosotros sostenemos desde la Comisión Nacional del Bicentenario que hay que hablar de Nuestramérica, esa América vestida de negro, de indio, de mestizo, de mulato, esa América mixta, compleja y diversa, Nuestramérica, no Latinoamérica, no Iberoamérica, no Hispanoamérica, porque es parte de esa mentalidad importada científica dominante.
Y hablar en clave nuestroamericana nos lleva lógicamente a resaltar la presencia histórica de lo que llamamos los sujetos subalternos, los sujetos dominados que no han aparecido en la historia y que los archivos y estas nuevas investigaciones nos dicen que están y siguen haciendo historia hoy en día.
Si no, véanlo en América Latina, pásense por el panorama de noticias mundiales y usted verá, usted encontrará cómo ese pueblo vestido de colores está activamente articulado y movilizado, y eso nos lleva en este esfuerzo científico a construir nuevas categorías, y por eso es que comenzamos utilizando a Martí, proponiendo la sustitución de la denominación Latinoamérica o iberoamérica por nuestramérica, hay que comenzar por reconceptualizaciones muy importantes para desmontar toda la estructura de dominación científica que enseñamos en nuestras escuelas y a través de nuestros manuales de historia, y eso significa por lo tanto que nos declaramos en combate permanente contra un imaginario historiográfico de la dominación que subyace en los discursos oficiales, que subyace en los discursos de las academias, que subyace en las celebraciones pomposas.

7. La continuidad de la Revolución
Finalmente, debemos exaltar la continuidad de la revolución, y esa continuidad se da en dos condiciones que estuvieron presentes ayer y que están presentes hoy. Uno, el carácter antiimperialista, porque las revoluciones del siglo XIX fueron de ruptura del orden imperial; y dos, el carácter anticapitalista. Ambas revoluciones, la de ayer y la de hoy, tienen esa continuidad epistémica.
Muchas gracias.

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DR. JUAN EDUARDO ROMERO (VENEZUELA)

Historiador, especialista en procesos políticos contemporáneos de América Latina. Docente e Investigador de la Universidad del Zulia en Venezuela. Profesor invitado en España, Francia, Italia, Colombia, Brasil, Nicaragua, Argentina, Ecuador, Cuba, México, Costa Rica. Investigador Nivel II del Programa de Promoción al Investigador (PPI) del Ministerio de Ciencias y Tecnología de Venezuela. Teléfonos (58) 261 7596253 (telfax oficina). (58) 4126543075 ( móvil). Correo electrónico: juane1208@gmail.com

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Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela
Doctor en Historia Social y Política Contemporánea. Profesor de la Universidad del Zulia, Venezuela. Especialista en Historia Contemporánea de América Latina. DEA en Gerencia Política y Gobernabilidad. Autor de más de 35 artículos sobre procesos políticos. Co-autor de seis Textos sobre Proceso Socio-político en Venezuela. Teléfono Telfax (58) 261 7596253, móvil (58)4126543075. E-mail: juane1208@gmail.com

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