ELECCIONES EN LUZ
Cuando estén leyendo esta columna, en la Universidad del Zulia nos encontraremos profesores y alumnos concurriendo a un acto electoral, donde elegiremos a nuestras nuevas autoridades rectorales, decanos y representantes de los profesores a los Consejos (Universitario, Facultad y Escuela). Se escuchara hablar de democracia y participación, pero en el fondo seguimos siendo especialmente cerrados y dogmáticos.
La Universidad del Siglo XXI, debe discutir acerca de los procesos de democratización y no se trata sólo de permitir el acceso a quienes soliciten estudiar. Se trata del verdadero ejercicio democrático hacia lo interno de vida universitaria. Nosotros nos encontramos sumidos en una profunda contradicción devenida del hecho cierto que nuestros empleados y obreros son ciudadanos a medias en nuestro claustro. Mientras en nuestras aulas enseñamos y hablamos de democracia y participación, los profesores – autoridades incluidas- siguen empecinadas en hacer de una parte importante de nuestra población (estudiantes, empleados y obreros) ciudadanos de 2da.
La Universidad no puede hablar de democracia sí antes no democratiza los procedimientos administrativos que limitan la participación de los universitarios. El claustro no puede seguir siendo esa figura medieval que privilegia a ciertos sectores. El claustro debe abrirse a todos, pero con ciertas condiciones. Lo primero, es que la comunidad es una asociación de intereses conformada por profesores, alumnos, obreros y empleados. No hay razón para establecer más o menos privilegios para quienes somos profesores. Se alega que en el diseño de las políticas académicas no pueden participar los estudiantes y menos los obreros y empleados. Lo paradójico del caso, es que buena parte de quienes hacemos investigación y extensión contamos con la enorme y muy valiosa colaboración de empleados, estudiantes y obreros, sin embargo nos empecinamos en mantener posturas privilegiadas.
La Universidad del siglo XXI, debe permitir la participación de todos, pero está debe estar sometida al cumplimiento. En el caso del obrero, se debe privilegiar a aquel que participe en actividades de extensión e investigación/docencia y cumpla con sus obligaciones. El empleado debe ser privilegiado pues es parte importante en el desarrollo de nuestras acciones académicas. En la medida que se mantenga al día con sus obligaciones, cumpla con los programas y proyectos se les debe dar acceso a la “vida democrática”. Los estudiantes, siempre y cuando se mantengan al día en sus semestres deben tener una paridad mayor en la representación electoral, así como en los Departamentos. Sí es afectado por la aplicación del régimen de repitientes (RR) debe ser suspendido de sus derechos, siempre y cuando no haya justificado su suspensión. Los profesores atrasados en sus trabajos de ascenso, que no cumplan con la docencia, investigación y extensión no deben votar, pues incumplen con sus funciones esenciales. Los profesores jubilados – que no mantengan actividades o funciones- deben participar pero ponderando su voto en un porcentaje. No es posible que los profesores se jubilen e incidan como lo hacen en la designación de una autoridad y luego se marchen tan tranquilos a sus casas, dejándonos a los activos sufriendo la calamidad de sus decisiones.
La Universidad no puede seguir siendo una sociedad de cómplices, donde no hay parámetros de excelencia para elegir a las autoridades. Un rector debe ser líder indiscutible en ética, en investigación, docencia y condición humana. No es posible sólo favorecer a quién pertenezca a su grupo. La Universidad hoy debe alzar la voz, contra aquellos que se enorgullecen de los investigadores y asumen que el incremento de los PPI es obra de su gestión. Los investigadores nos hemos cansado que hablen por nosotros y manipulen nuestro papel. Por eso hoy los invitamos a participar y descubrir con nuestro voto que otra Universidad es posible, no sólo cantando se construye un futuro, es necesario comprometerse.
Dr. Juan Eduardo Romero
La Universidad del Zulia
Juane1208@gmail.com
Cuando estén leyendo esta columna, en la Universidad del Zulia nos encontraremos profesores y alumnos concurriendo a un acto electoral, donde elegiremos a nuestras nuevas autoridades rectorales, decanos y representantes de los profesores a los Consejos (Universitario, Facultad y Escuela). Se escuchara hablar de democracia y participación, pero en el fondo seguimos siendo especialmente cerrados y dogmáticos.
La Universidad del Siglo XXI, debe discutir acerca de los procesos de democratización y no se trata sólo de permitir el acceso a quienes soliciten estudiar. Se trata del verdadero ejercicio democrático hacia lo interno de vida universitaria. Nosotros nos encontramos sumidos en una profunda contradicción devenida del hecho cierto que nuestros empleados y obreros son ciudadanos a medias en nuestro claustro. Mientras en nuestras aulas enseñamos y hablamos de democracia y participación, los profesores – autoridades incluidas- siguen empecinadas en hacer de una parte importante de nuestra población (estudiantes, empleados y obreros) ciudadanos de 2da.
La Universidad no puede hablar de democracia sí antes no democratiza los procedimientos administrativos que limitan la participación de los universitarios. El claustro no puede seguir siendo esa figura medieval que privilegia a ciertos sectores. El claustro debe abrirse a todos, pero con ciertas condiciones. Lo primero, es que la comunidad es una asociación de intereses conformada por profesores, alumnos, obreros y empleados. No hay razón para establecer más o menos privilegios para quienes somos profesores. Se alega que en el diseño de las políticas académicas no pueden participar los estudiantes y menos los obreros y empleados. Lo paradójico del caso, es que buena parte de quienes hacemos investigación y extensión contamos con la enorme y muy valiosa colaboración de empleados, estudiantes y obreros, sin embargo nos empecinamos en mantener posturas privilegiadas.
La Universidad del siglo XXI, debe permitir la participación de todos, pero está debe estar sometida al cumplimiento. En el caso del obrero, se debe privilegiar a aquel que participe en actividades de extensión e investigación/docencia y cumpla con sus obligaciones. El empleado debe ser privilegiado pues es parte importante en el desarrollo de nuestras acciones académicas. En la medida que se mantenga al día con sus obligaciones, cumpla con los programas y proyectos se les debe dar acceso a la “vida democrática”. Los estudiantes, siempre y cuando se mantengan al día en sus semestres deben tener una paridad mayor en la representación electoral, así como en los Departamentos. Sí es afectado por la aplicación del régimen de repitientes (RR) debe ser suspendido de sus derechos, siempre y cuando no haya justificado su suspensión. Los profesores atrasados en sus trabajos de ascenso, que no cumplan con la docencia, investigación y extensión no deben votar, pues incumplen con sus funciones esenciales. Los profesores jubilados – que no mantengan actividades o funciones- deben participar pero ponderando su voto en un porcentaje. No es posible que los profesores se jubilen e incidan como lo hacen en la designación de una autoridad y luego se marchen tan tranquilos a sus casas, dejándonos a los activos sufriendo la calamidad de sus decisiones.
La Universidad no puede seguir siendo una sociedad de cómplices, donde no hay parámetros de excelencia para elegir a las autoridades. Un rector debe ser líder indiscutible en ética, en investigación, docencia y condición humana. No es posible sólo favorecer a quién pertenezca a su grupo. La Universidad hoy debe alzar la voz, contra aquellos que se enorgullecen de los investigadores y asumen que el incremento de los PPI es obra de su gestión. Los investigadores nos hemos cansado que hablen por nosotros y manipulen nuestro papel. Por eso hoy los invitamos a participar y descubrir con nuestro voto que otra Universidad es posible, no sólo cantando se construye un futuro, es necesario comprometerse.
Dr. Juan Eduardo Romero
La Universidad del Zulia
Juane1208@gmail.com
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